Zazil Méndez Antonio (ENAH)
Correo: zazil.mendez@enah.edu.mx
Entre tantos pensamientos me imagino cómo fueron estos lugares en el pasado, hace quizás hace 30 millones de años, cuando surgió el Eje volcánico transversal del que forma parte, o tal vez hace menos tiempo, solo unos 80 mil años, en el Pleistoceno, cuando apenas se formaban las rodillas, el pecho o la cabeza de esta majestuosa Mujer dormida.
Es un domingo por la mañana, todo
parece “normal” en la ciudad, la gente descansa y muchos ocupan este día para
recordar lo que fue e imaginar lo que puede ser. Yo me encuentro rumbo a un
lugar donde se hace lo mismo y a la vez se imagina lo que pudo haber sido y lo
que será, un lugar que da rienda suelta a la imaginación…
Todo parece cotidiano, llevamos una
hora de camino y comenzamos a entrar en el bosque y de repente, ya nada parece
tan normal… o al menos así me parece a mi, me resulta tan extraño adentrarme en
el silencio absoluto, en un clima un poco diferente, más fresco y liberador.
“Parque Nacional Izta-Popo”, Estado
de México, llegamos a inicio de nuestro ascenso: “La joyita” a 3990 msnm, es el
último lugar donde puedes dejar el carro para subir la tercera montaña más alta
de México, nuestra meta el día de hoy es el refugio Otis McCallister.
Preparamos nuestras mochilas y a las
11:15 am iniciamos nuestro ascenso, por la ruta de Ayoloco, pasamos por “Boca
de tiburón” nombre dado por una piedra particular que a lo lejos parece la
aleta del mismo, esta piedra suele ser un descanso para las personas que
realizan esta caminata, pues te ofrece una fresca sombra antes de adentrarte a
la alta montaña, donde ya no hay árboles ni más para cubrirte del sol, después
de un primer descanso obligado por las pendientes pronunciadas continuamos
hacia “Cruz de rosas”, aquí ya comienzo a sentir el cansancio en las piernas y
mi corazón palpitando más rápido que cualquier otro día, entre tantos
pensamientos me imagino cómo fueron estos lugares en el pasado, hace quizás
hace 30 millones de años, cuando surgió el Eje volcánico transversal del que
forma parte, o tal vez hace menos tiempo, solo unos 80 mil años, en el
Pleistoceno, cuando apenas se formaban
las rodillas, el pecho o la cabeza de esta majestuosa “Mujer dormida”, ¡Ahora
sí! Mucho menos tiempo, hace un mes cuando la tierra que estoy pisando estaba
siendo devastada por un trágico incendio, imagino todos esos escenarios en mi cabeza,
pero pronto regreso al presente y soy consciente de que debo enfocar mi
atención en ser cuidadosa en el camino, aun así no dejo de reflexionar y viajar
en el tiempo a través de estos paisajes.
Durante el camino encontramos gente
descendiendo, algunos grupos pequeños que habían hecho cima y otros que habían
hecho travesías, nos saludamos y deseamos un buen camino, observo a mi
alrededor y hay zacate, piedras, rosas de montaña y lagartijas, estamos en alta
montaña y a lo lejos puedo ver el refugio, luego de más de 4 horas caminando
nos encontramos a 4640 msnm, es un hotel 5 estrellas para los montañistas, un
refugio de 3x3m algunas provisiones que
dejan los demás visitantes, estos refugios son hechos para poder refugiarse en
paso de algún imprevisto, nos tomamos fotos grupales y platicamos temas que la
montaña deja vislumbrar de manera personal y que solo se pueden compartir con
quienes comparten estas experiencias en las alturas, entre ellos comentamos
algunos conocimientos sobre la ruta y la zona de glaciares, declarada ahora
extinta, a esta distancia solo podemos ver las huellas del Ayoloco en náhuatl: “en el
corazón del agua”, me invade una nostalgia de pensar que estamos en un
momento de la historia en que muchas cosas están tan cerca y tan lejos de
nuestros ojos… de repente mis pensamientos son interrumpidos por un estruendo
no tan lejano, escuchamos que algo cae, ponemos atención y tomamos precauciones
pues es un derrumbe, alrededor de tanto silencio es impresionante como se
impone este instante, nos encontramos tomando consciencia del evento y de
nosotros en ese lugar, tras un breve silencio tomamos nuestras cosas e
iniciamos nuestro descenso. La montaña está viva.
Llevamos una hora caminando de
regreso y entre pláticas y risas nos percatamos que el paisaje iluminado por la
luz de las tarde toma un verde hermoso, el zacate está creciendo, un verde
fresco cubre las cenizas que el reciente incendio dejó, nos encontramos de
nuevo en boca de tiburón, recibiendo la puesta de sol y a un paso más tranquilo
apreciamos el paisaje, de regreso a la joyita agradecemos haber llegado con
bien, la montaña siempre es una experiencia distinta, es un viaje no sólo en
las alturas, también en el tiempo y en la reflexión.
Zazil Méndez, “En el corazón del agua”, Volcán Iztaccíhuatl, 13/05/2024, cámara personal.