La obra de Helguera, se destaca por tener un trazo más agudo y crítico, mezclado con el gusto por el realismo y la anatomía. Su humor se fue refinando poco a poco, así como su inspiración por los dibujos de Rius, Naranjo y Helioflores con quienes sostuvo una prolongada amistad y un gran respeto a sus trabajos.
Un 25
de junio del año 2021 se nos adelantó en el camino, uno de los caricaturistas
más importantes y más destacados de nuestra historia del tiempo presente. Su
obra se extiende por cuatro décadas, abarcando sobre todo el periodo neoliberal.
Recordemos
que la caricatura política en México, aparece en la segunda mitad del siglo XIX,
mediante los diferentes periódicos y semanarios de difusión poniendo como
ejemplo, el diario: La Orquesta. Todo lo anterior se conoce como, la Caricatura
de combate, que nació luchando por la libertad de pensamiento y de
expresión contra los dogmas ideológicos del viejo régimen.
La
caricatura, desde la segunda mitad del siglo XIX, ha sido utilizada como un
recurso principal para proyectar la opinión pública y critica de cualquier
contexto político, social, económico y hasta cultural; donde se fueron
incorporando algunos elementos, para satirizar los símbolos de las figuras
publicas y privadas; incluso para ridiculizar, aquellos procesos o
acontecimientos de nuestra historia. También ha sido utilizada para criticar al
sistema político, por hechos polémicos que han manchado nuestra vida y nuestra
Historia. La caricatura tuvo su auge entre la época del Porfiriato y la
Revolución Mexicana, esta última se hizo más fuerte en la crítica hacia la vida
pública de los personajes que participaron en ella.
Me
viene a la mente, la imagen de la Calavera Garbancera de José Guadalupe
Posada, quien plasmó su crítica hacia algunos personajes pertenecientes a una
clase mexicana del Porfiriato: aquellos que intentaban portar un estilo de vida
que no correspondía con su clase. Posada grabó a la Catrina para criticar
aquellas figuras públicas y políticas, que, teniendo raíces indígenas o
descendencia de criollos y mestizos, se identificaban más como europeos,
rechazando su raza y herencia cultural.
Otros
ejemplos en que la caricatura ha participado a lo largo de la Historia, los
podemos encontrar en la Segunda Guerra Mundial, donde critica la ideología
fascista de Europa; en el año de 1968, donde sirvió como promoción para la
imagen de México e invitación a los Juegos Olímpicos; también criticó al mal
gobierno y mostró su apoyo al movimiento estudiantil; incluso en la
ridiculización presidentes, cuando nacionalizó la banca en 1982 y el entonces
mandatario de México, José López Portillo, lloró en su último informe en frente
de los legisladores y ante las cámaras de televisión, siendo un momento icónico
para ser ridiculizado en televisión nacional, por fallarles en la búsqueda de
administrar la riqueza, dejar al peso devaluado y un país quebrado.
En la
segunda mitad del siglo XX, principalmente entre las décadas de 1980 y 1990, en
México surgieron los caricaturistas más notables de la época: siendo Rius uno
de los más destacados y notables que exhibió con sus dibujos, la critica hacia
el sistema político presidencial y el modelo neoliberal. A su vez, surgirían nuevos
medios impresos como: La Jornada, Proceso, El Chahuistle y
después El Chamuco y los hijos del Averno. Esta última estarían reunidos
en sus inicios los moneros Rius, El Fisgón, Hernández y Antonio Helguera.
La obra
de Antonio Helguera, dejó una huella muy importante en el periodismo en México,
fue además un artista virtuoso y un educador popular. Destacado por ser un
creador travieso, a través de su sarcasmo y su humor, satirizó los vicios y
privilegios de la clase política, de los empresarios, de los medios de
comunicación conservador o centralista y de la Iglesia. Helguera en vida, coleccionó
algunos ejemplares como La Orquesta (Figura 1) o El Hijo del Ahuizote.
Su
deceso repentino fue un golpe duro para los mexicanos, pero sus cartones y su
obra, quedaron como el mayor legado que nos deja, mostrando que Helguera no se
fue del todo. Aunque ya no vemos un cartón de él cada día en el periódico La
Jornada, los publicados están más vivos que nunca. Es desde luego, un
homenaje a uno de los exponentes de la caricatura de combate, más destacados
desde finales de los 90´s hasta 2021 en México.
Precisamente
un año después de su deceso, el legado de Helguera sigue estando vigente y más
vivo. Un claro ejemplo, es la exposición que se exhibió por primera vez en el Complejo
Cultural Los Pinos, abarcando la mayor parte de su colección en la antigua
cabaña que acogió a uno de los presidentes más “refresqueros” e ineptos en la
Historia de México. En ella, se exhibieron todos sus cartones que Helguera
publicó para el periódico La Jornada, para el segmento Mono Sapiens,
junto con su compañero Hernández en la revista Proceso y en El
Chamuco.
La
obra de Helguera, se destaca por tener un trazo más agudo y crítico, mezclado
con el gusto por el realismo y la anatomía. Su humor se fue refinando poco a
poco, así como su inspiración por los dibujos de Rius, Naranjo y Helioflores con
quienes sostuvo una prolongada amistad y un gran respeto a sus trabajos.
Algunos
de estos cartones que se exhibieron en la exposición de 2022, fueron en su
mayor parte, una crítica al modelo Neoliberal implantado en México en 1982 con
Miguel de la Madrid. Gobiernos conservadores que regían en el país desde el año
2000 al 2012, entre ellos el de otro presidente “borracho” y cínico que ha tenido
la Historia de México; así criticó al gobierno del presidente “Tigrito Jr.”,
por convertir al país en una telenovela del Canal 2 y se le recuerda por el
caso de Ayotzinapa.
No
obstante, fuera del ámbito político, también tuvo interés por los trenes y los
libros: en una entrevista que le hicieron a Helguera hace unos años, confesó
que además de poseer el tomo de La Orquesta, conservó entre sus joyas
literarias, una edición del siglo XIX de La Divina Comedia de Dante Alighieri,
con grabados originales y el texto del autor. En el caso de los trenes, tuvo
mucha precisión y cuidado en dibujarlos, junto con otros objetos como máquinas
y aviones; en la exposición, se exhibió uno de los cartones mostrando su
descontento con la privatización de los Ferrocarriles Nacionales, el
desmantelamiento del sistema ferroviario y de la empresa paraestatal. Años
después, regresarían los ferrocarriles por las vías de México, como el Corredor
del Istmo y el Tren Maya.
Los
primeros dibujos que Helguera publicó en el diario El Día, fueron torpes
y esquemáticos, no obstante, fueron evolucionando para conseguir un estilo más
refinado y fiel a su estilo. Por ello, la mayor parte de su obra, quedó
plasmada en una serie de libros que colaboró junto a sus compañeros, criticando
el Neoliberalismo, desde 1988 hasta 2018.
En la reiterada exposición del año 2022, se destinó un pequeño espacio en las antiguas cabañas, donde se montó una réplica del estudio de Helguera (Figura 2), aunque más ordenado, porque en su inauguración decían que siempre estuvo en desorden. Además de la exhibición de algunos de sus cartones.
La obra de Helguera se encuentra más viva que nunca, son además un aprendizaje de lo que vemos cada día en los periódicos y en nuestra vida cotidiana. Aunque los medios de comunicación masiva digan: “¿Y a mí que me importa Antonio Helguera?” ¡Mucho! Sin su crítica, sin su vocación y buen humor, no tendríamos otra visión de México. Por ello, hoy más que nunca, Helguera siempre estará en los libros, sus dibujos, su colección de libros, etc. Por todo ello, Helguera por siempre.