El sofocante sentir de la tierra, el pavimento y los rayos del sol, reciben una enmienda misericordiosa, tomar un pozol, bebida de cacao y maíz que puede calmar el sufrimiento de este infierno.
La comida tabasqueña es un caso
abundante y particular del sureste del país, hoy después de comerme un Sushi en
la capital de este enorme México, el ingrediente específico del plátano macho
me hizo pensar en la distancia entre este platillo de arroz y Philadelphia de
unas empanadas, unos salbutes o de los panuchos de los gallegos del mercado o
los imperdibles del Charco del Sapo en la avenida Usumacinta. Ni hablar del
pozol que, como botiquín de primeros auxilios, se encuentra por toda la ciudad
con los característicos triciclos. El pozol se consume como bebida y alimento,
Tabasco oscila una temperatura promedio al año de cálido -húmedo, es decir, un
titipuchal[1] de
calor. Así las largas caminatas en el centro y al asfalto, hacen imposible no
desear tomarse uno. Una larga jornada de trabajo bajo el sol, en la milpa o en
la obra, sólo puede significar una cosa: un botao[2]
de pozol.
Ubicar a la comida tabasqueña, es
posicionarse en las cocinas hogareñas y en la cercanía con el campo, desde el
inicio de mi vida foránea, me ví envuelta en el pensamiento (e inevitable
deseo) de un buen queso fresco, una fruta recién cortada, un caldo de mi abuela
Tila hecho a la leña, un jugo de naranja de la mata de atrás o pozol bien
fresco con su dulce de leche.
Cuando hace frío, el café de olla es
inevitable, no puedo evitar pedirle una taza a mi abuelo Pepe y él lo prepara
con amor y rapidez para acompañarlo con leche, galletas de animalitos o de
globo. El pan de riñón originario del municipio de Centla, llamado así porque
el hacerlo tiene forma parecida a un riñón, es un claro ejemplo de la
versatilidad de la comida con su clima.
Aquí todo es fuerte, incesante. Todo
es agua, pero a la vez todo es fuego. Aquí es sol quema, como quema el primer
beso. Tener kilómetros de agua como venas que nos forman, no significa la
ausencia de calor. Aquí el humedal no es suficiente y la piel espira el agua de
nuestra vitalidad.
Hay un total de cinco tipos de
vegetación: bosque tropical perennifolio, bosque tropical subcaducifolio, bosque
tropical caducifolio, pastizal y vegetación acuático y subacuático. El infierno
verde, la llaman, aquí todo es agua y todo es verde, aquí el suelo permite
tener todo, la ganadería, la agricultura, el petróleo y la pesca. Mi última
visita a Villahermosa me recibió con las nubes cubiertas de grises, el viento
se miraba entre humaredas, entonces me detuve a pensar en esta dicotomía que
parece tan opuesta y que en Tabasco se haga realizada. Aquí se alcanzan los 50
C° y las sensaciones térmicas ni hablar, entonces las partes verdes se tornan
oscuras.
Tabasco es conocido como el “infierno
verde” porque la vegetación que abunda es enorme pero el calor que existe la
mayor parte del año es sofocante. Sin duda el clima de Tabasco influye en la
dinámica social de sus habitantes, trabajar al aire libre entre las horas del
sol puede resultar un verdadero infierno, las noches con las ventanas cerradas
parecen un horno y las ventanas abiertas solo pueden significar una cosa,
mosquitos, se piensa una o dos veces para ir a un lugar si hay demasiado calor.
El sofocante sentir de la tierra, el pavimento y los rayos del sol, reciben una
enmienda misericordiosa, tomar un pozol, bebida de cacao y maíz que
puede calmar el sufrimiento de este infierno.
Desde la época prehispánica el
“pochotl”, era una bebida apreciada por los habitantes del actual territorio
denominado olmeca-maya, no importa la hora del día, pues aquí todo el día hace
calor y el pozol brinda lo necesario para saciar esa sed. Ahora imaginemos a
los antiguos olmecas, sin mini Split, sin ventiladores únicamente a la
misericordia de la sombra de un buen árbol y al saciante sabor del pozol.
En la actualidad el ingenio ha
producido pozol con cacahuate, con camote hay quienes le agregan azúcar u
horchata (acto con el que estoy muy en desacuerdo). Hoy en día al igual que
nuestros antepasados después o durante un día de incesante calor, el pozol
siempre sana el sentir vivir en este infierno.