Quizás no podamos revertir el daño que se ha hecho, ni devolverle la dignidad a cada víctima olvidada. Pero sí podemos transformar nuestra mirada, replantear nuestro papel en esta sociedad herida y comenzar, desde lo cotidiano, a rechazar la indiferencia...
Al reflexionar sobre los estragos sociales, caí
en sorpresa que mi algoritmo de Facebook está alterado, diariamente suelo leer
noticias de desaparecidos, campos de exterminio, secuestrados… Lastimosamente
el nombre Teuchitlán resuena en nuestra conciencia, porque la injusticia y
violencia también se llaman Valeria Márquez, se apoda Lupita “calcetitas
rojas”, Dhilan Randal “el niño del contenedor”, se nombra Debanhi Escobar, se
clasifica como fosas clandestinas, piquetes en el transporte público; también
cambia de cara, se proyecta como un homenaje a Valentín Zavala- el primer
torero de Texcoco-, es
el asesinato despiadado tlacuaches y el indignante caso del perrito
Pay de limón.
Pay de Limón fue rescatado por el albergue
Milagros Caninos, encontrado sobre un basurero en Fresnillo Zacatecas, rondando
el año de 2011. Lamentablemente este perrito fue víctima del Cártel “Los
Zetas”, siendo utilizado como práctica para cercenar dedos humanos; sería cruel
e innecesario describir paso a paso, este acontecimiento que cruza los límites
de lo abominable, Pay de Limón no se reduce a su pasado, merece toda la empatía
y respeto posible. Únicamente añadiré que sus extremidades delanteras, tuvieron
que ser amputadas y sustituidas por una prótesis realizada en Estados
Unidos.
La información proporcionada por el sitio web
oficial de Milagros Caninos, nos indica que afortunadamente Pay de Limón, se
considera como el segundo perro biónico más famoso del mundo, contando su
historia hasta en 17 idiomas, viajando por el mundo, apareciendo en el programa
de Oprah Winfrey e incluso, ganándose el amor del sector que todavía se puede
considerar como “humano” del continente americano.
Es verdad
que este caso, es un auténtico milagro canino, pero deja entrever dos
perspectivas que son sumamente alarmantes: el problema del narcotráfico en
México y el maltrato animal sobre este territorio. Investigando un poco, tuve
la fortuna de encontrarme con un artículo bastante interesante, titulado “El
maltrato y la crueldad contra los animales. Su importancia desde la perspectiva
de la criminología” de María Teresa Ambrosio Morales; la doctora recalca que
los factores incitantes al comportamiento criminal radican en la familia, son
individuales, en la escuela y en la comunidad. Desde el año de 2002 en México
se considera maltratar a un animal como delito, siendo esta la pauta que nos
encamina a un enfoque criminal, añadiendo que la delincuencia organizada es un
problema que asola al territorio mexicano desde hace bastantes años.
Retomando a la criminóloga Ambrosio, el maltrato
animal no se considera como relevante, pese a los análisis que indican la
necesidad de torturar a un animal por parte de los asesinos seriales más
famosos. Los homicidios están aumentando, por esta razón, considerar que la
vida de cualquier animal equivalente a la humana pareciera una locura.
La antropología lleva algunos años abarcando
nuevas problemáticas que relacionen al humano con diversas especies, ¿cómo
podría la Historia y la Etnohistoria contribuir a esta causa? Hace algunos
meses tuve la idea de organizar colectas para refugios caninos, quizás
organizando visitas guiadas cuyo precio sea alimento o productos de higiene,
quizás divulgando desde nuestros alcances esta temática.
Quizás no podamos revertir el daño que se ha
hecho, ni devolverle la dignidad a cada víctima olvidada. Pero sí podemos
transformar nuestra mirada, replantear nuestro papel en esta sociedad herida y
comenzar, desde lo cotidiano, a rechazar la indiferencia. Pay de Limón no es
solo un símbolo de crueldad, también lo es de resistencia, de esperanza, y de
la posibilidad de redención humana. Desde la historia, la etnohistoria o
cualquier trinchera, es urgente que sigamos visibilizando, denunciando y
actuando. Porque mientras sigamos ignorando el sufrimiento de los más
vulnerables —sean personas o animales—, seguiremos perpetuando la violencia que
nos consume.