lustrando la Historia - Los Palacios Oscuros de Tlaxcala por Leonardo Castillo Cuahutencos

Leonardo Castillo Cuahutencos (BUAP)


Estas enormes propiedades, con sus cúpulas de estilo bulbosa, fachadas recargadas y detalles arquitectónicos eclécticos, rompen con la uniformidad del paisaje rural y se convierten en símbolos de una riqueza inexplicable y ajena al desarrollo local.


A lo largo de la historia, la arquitectura ha jugado un papel fundamental en la transmisión de poder y opulencia. Desde las imponentes pirámides de Egipto, que reflejaban la grandeza de los faraones, hasta los majestuosos palacios de estilo rococó en Europa, diseñados para exhibir la riqueza de la nobleza, los edificios han sido un reflejo de las aspiraciones y la posición social de sus propietarios. En estos casos, la arquitectura no solo servía como residencia, sino como un mensaje visual de poder y control. Sin embargo, en Tlaxcala, existen peculiares construcciones, las cuales han tomado un giro sombrío, en el que el lujo de estos edificios esconde un trasfondo macabro: las casas de los padrotes (los tratantes de personas), quienes han convertido la explotación humana en un negocio lucrativo.


En primer lugar, vale la pena decir que el fenómeno de la trata de personas no es algo actual, sino que tiene raíces profundas en la historia humana. A lo largo de los siglos, la explotación de seres humanos como bienes de intercambio ha sido una práctica recurrente, desde la esclavitud en la antigüedad hasta las redes de tráfico en tiempos modernos. Aunque hoy día se reconoce como una violación grave a los derechos humanos, su existencia y adaptación a diferentes contextos demuestra que este problema ha perdurado a lo largo del tiempo, cambiando de forma, pero manteniendo su naturaleza destructiva.


En base la información publicada por el Centro Fray Julián Garcés Derechos Humanos y Desarrollo Local A.C., y otros medios, expone que en Tlaxcala ha sido identificado como un fuerte centro de operaciones de redes de tratantes con fines de explotación sexual en el país, las cuales se asientan desde hace al menos siete décadas. Donde la violencia contra las mujeres implica, en la totalidad de los casos, el sufrimiento, humillaciones y dominación que ejercen los padrotes sobre las víctimas, principalmente mujeres jóvenes y niñas, que son reclutadas, manipuladas y sometidas a condiciones inhumanas. 


¿Pero qué factores permitieron el surgimiento de esta problemática social? ¿Cómo es posible que una sociedad entera, haya permitido que esta industria abominable florezca bajo sus propios ojos? Esta pregunta nos invita a reflexionar sobre las raíces profundas de una problemática que ha dejado huellas imborrables en la historia contemporánea de Tlaxcala y más allá, una cuestión que ha sido poco analizada desde una perspectiva histórica, y que, sin duda, ofrece un campo de estudio mucho más amplio.


Al explorar estas cuestiones, la prueba más visible de esta problemática se manifiesta en las estrambóticas construcciones que supuestamente pertenecen a quienes se dedican a la trata de personas, nos demuestra que los padrotes no solo operan en las sombras, sino que se atreven a mostrar con orgullo los frutos de su negocio ilícito. Algo curioso de estos palacios, es que no se encuentran en las principales localidades de Tlaxcala, sino en medio de comunidades marginadas y rurales.


Este detalle resulta paradójico: en zonas donde predominan la pobreza y la falta de oportunidades, surgen construcciones que parecen desafiar el entorno con su lujo desmedido y su estética exagerada. Estas enormes propiedades, con sus cúpulas de estilo bulbosa, fachadas recargadas y detalles arquitectónicos eclécticos, rompen con la uniformidad del paisaje rural y se convierten en símbolos de una riqueza inexplicable y ajena al desarrollo local.


Como reflexión final, es importante considerar cómo este tipo de edificaciones, al igual que otras a lo largo de diferentes momentos históricos, son un reflejo de la normalización de prácticas abusivas y la deshumanización de quienes las padecen. En este contexto, la arquitectura no se limita a cumplir una función meramente estructural, se transforma en un símbolo de poder y control. Estas residencias, además, son testigos silenciosos de una historia de explotación, que representa la trata de personas que ha proliferado en Tlaxcala.



Ilustración 1: Guillermo Serrano, Casa de 42 ventanas en terreno de cultivo, Tlaxcala, 2012, Exit Media.



Ilustración 2 Anónimo, Casa de las Cobras, Tlaxcala, 2024, cámara personal.



Ilustración 3 Anónimo, propiedad de un “padrote”, Tlaxcala, 2024, cámara personal.



Tal vez te interesen estas entradas

No hay comentarios