La devoción a la imagen del Señor de Esquipulas tiene antecedentes prehispánicos correspondientes a Ek Chuaj, dios del cacao, la guerra y benefactor de los mercaderes...
Cada 15 de enero se festeja en Ciudad
Altamirano, Guerrero, la fiesta patronal más importante de la comunidad en
honor al milagroso Señor de Esquipulas, iniciando el día 06 de enero y
culminando el 15 del mismo mes, recorriendo las principales calles para que se
pueda apreciar la imagen por todos los devotos.
Los Cristos Negros son
figuras devocionales que catalizan distintos significados a través de su color.
En el contexto centroamericano, su tez rescata elementos del pasado
prehispánico y rememora, en gran medida, el vínculo que tenían los pueblos
originarios con la tierra.
La devoción a la imagen del
Señor de Esquipulas tiene antecedentes prehispánicos correspondientes a Ek
Chuaj, dios del cacao, la guerra y benefactor de los mercaderes, con sus
particularidades de esa región maya ubicada en Guatemala. Según fray Diego
Durán, describe la imagen de la siguiente manera:
“…era de una piedra muy relumbrante y
negra como azabache [obsidiana], piedra de que ellos hacen navajas y cuchillos
para cortar. En las demás ciudades era de palo entallada en una figura de
hombre todo negro, y de las sienes para abajo con la frente y narices y boca
blanca, de color de yndio, vestida de algunos atavíos galanos a su indiano
modo; quanto a lo primero tenía unas orejeras de oro y otras de plata, en el
labio bajo tenía un bezote de un beril cristalino en el que estaba metida una
pluma verde y otras veces azul, que desde afuera parecía esmeralda o rubí; era
este bezote como un geme de largo, encima de coleta de cabellos que tenía en la
caveza.” (Durán, II, 1995: 47)
Con la llegada de los peninsulares a
territorio guatemalteco comenzaría el mestizaje religioso en la región,
sustituyendo las antiguas deidades prehispánicas por las occidentales, lo que
permitiría la introducción de la imagen de Cristo Negro con sus particularidades
de la región, comenzando con el color de piel y ojos que correspondiera al de
los pueblos que se estaban evangelizando.
La presencia y la manufactura del Cristo
Negro en México y Centroamérica, según el padre Jesús Martínez, data del año de
1595, fecha en que Felipe II, rey de España, encargó al escultor Juan Donier la
elaboración de tres imágenes de Jesús crucificado para obsequiarlas a los
indios. Fue así como, al año siguiente, dos de ellas llegaron a Veracruz: una
destinada al santuario de Chalma, donde aún se venera, y la otra al pueblo de
Otatitlán, en Veracruz. El tercer Cristo fue llevado a Guatemala, donde es conocido
con el nombre de Señor de Esquipulas. Se dice que el rey ordenó a Donier hacer
los Cristos “con las características de los indígenas: color de piel oscura,
ojos rasgados y facciones orientales” (cfr. Münch, 1983: 256).
Las imágenes de Chalma, Tila,
Otatitlán y el Señor del Veneno son las detonadoras de los procesos de
difusión de los Cristos Negros. Todas son contemporáneas y datan de finales del
siglo XVI. La devoción al Cristo Negro se expande a lo largo del siglo XVII y
XVIII en la Nueva España llegando a todos los rincones de lo que va a ser
México y Centroamérica.
En 1670 llega a El Salvador la
veneración al Cristo Negro de Juayúa; en Honduras la devoción arriba en fechas
similares con el Señor del Buen Fin de Quezailica; a Nicaragua lo hace en 1723
con la veneración al Señor de los Milagros de Esquipulas de El Sauce, León; y a
Costa Rica llega en 1804 con el Cristo Negro de Esquipulas, Santa Cruz, y,
posteriormente, en 1884, con el Cristo de Esquipulas de Alajuelita, San José
(Rosas, 2023).
Durante este proceso de expansión
religiosa en el que se encontraba la imagen del Señor de Esquipulas del centro
y sur de México, uno de los lugares a los que llegaría a finales del siglo XIX
sería Ciudad Altamirano- Guerrero- perteneciente a la región de Tierra
Caliente. Aproximadamente hace 160 años llegaría la imagen y comenzaría la
devoción a su santo patrono más importante.
No se sabe la forma exacta en que dicho santo llegó a Altamirano, pero las personas más grandes del lugar dicen recordar que sus abuelos les contaban que la imagen del Señor de Esquipulas la trajo un hombre que llegó por el río Balsas, quien se dice venía de Guatemala. Lo encontraron muy hambriento, y las mujeres que estaban lavando a la orilla del río lo atendieron y le dieron de comer, por lo que, en agradecimiento, el hombre les dejó “un rollito de papel”, que era la imagen del Señor de Esquipulas, y posteriormente se comenzó la edificación de su capilla (Blog Historia, 2017).