La memoria de esta lucha se resiste a no ser olvidada. Y esa resistencia la expresan quienes participaron o estuvieron cerca del movimiento. Pero también las nuevas generaciones que toman este ejemplo como propio y desean que siga viva la memoria de Sierra Blanca. Evitar el olvido es también toda una pugna, pues te compromete a repensar la historia del tiempo presente y que nos compete como comunidad.
Hoy se cumple un cuarto de siglo de una lucha que
detuvo la construcción del tiradero nuclear de Sierra Blanca. Para quienes no
conozcan esta historia que ya forma parte de nuestro devenir como región ahí
les va breve resumen. Pues resulta que en la década de los ochenta se propuso
que justo en una población fronteriza texana, a unos cuantos kilómetros del Grand River o río Bravo, se pusiera un
tiradero para desechos nucleares que vinieran de otras regiones más al norte de
los Estados Unidos. Esa población lleva por nombre Sierra Blanca.
A partir de esa intención se articuló un movimiento
ambientalista de carácter binacional, abriendo una lucha que duró trece años y
logró detener ese proyecto de muerte. No obstante, eso solo fue un primer paso
para motivar la resistencia ante este tipo de proyectos en toda la franja
fronteriza en años posteriores.
La memoria de esta lucha se resiste a no ser olvidada.
Y esa resistencia la expresan quienes participaron o estuvieron cerca del
movimiento. Pero también las nuevas generaciones que toman este ejemplo como
propio y desean que siga viva la memoria de Sierra Blanca. Evitar el olvido es
también toda una pugna, pues te compromete a repensar la historia del tiempo
presente y que nos compete como comunidad.
De forma personal puedo decir que tengo un compromiso
con esta memoria, pues desde muy niño tuve contacto a esa historia de mil
batallas gracias mi abuelo el Profesor Manuel Robles. Este hombre fue parte de
la lucha y junto a su Museo Regional del Valle de Juárez dio trinchera para
conspirar contra el Imperio más poderoso del mundo. Y cada año el profe Robles
celebraba un aniversario más de ese hecho, sin bajar nunca la guardia de tener
que volver a marchar. Al igual de concientizar sobre la capacidad que tienen
los pueblos unidos.
Así, fotografías, notas de periódicos y reportajes
inundaron mi imaginario sobre este acontecimiento. Una vez que el Profe Robles
partió de este mundo dejó la memoria muy viva en jóvenes corazones. Y es que
ese proceso histórico no se olvida, sigue viva gracias a las tantas gentes que
han tomado esta lección histórica y la han hecho parte de su cotidianidad.
Sin embargo, la contienda por la memoria nunca es
sencilla pues siempre anda por ahí algún desmemoriado, hijo del erario público,
que quiere matar a la propia historia. Precisamente el año pasado, 2022, se
buscaba que el cabildo de Ciudad Juárez reconociera la fecha del 22 de octubre
para conmemorarla oficialmente en el municipio y ampliar la concientización por
un medio ambiente sano. No obstante, hubo oposición por la infinita estupidez
de parte de ciertos ladrones públicos.
Hay que decirlo, para no olvidarlo, el más notorio de
estos desmemoriados fue Joob Quintin, quien argumentó que era más necesario
celebrar efemérides como el 12 de octubre. Ese es el nivel de discusión y
discurso que tienen nuestros desgobernantes y por eso el suceso de Sierra Blanca
sigue viva. Para seguir abriendo camino ante las ideas que se oponen a los
cambios en beneficio de la comunidad y de nuestro propio planeta. Por eso es
que la lucha de quienes se opusieron al tiradero sigue siendo nuestra lucha.
Este año se conmemoró en los arenales del ejido Jesús
Carranza en el Valle de Juárez y se dieron pláticas en la Universidad Autónoma
de Ciudad Juárez sobre esta experiencia histórica. El año pasado compartimos reportajes
del movimiento en la panadería Rezizte. Con esto veo a una juventud interesada
en esta memoria y eso me parece que ya es una victoria en sí misma. Pues esa
memoria viva nos hace saber que las cosas se pueden cambiar y hay que
cambiarlas.
Nuestra lucha por la memoria y las luchas que vengan
no las van a impedir poderosos o gente de dinero. El olvido es un enemigo grande
y que si nos descuidamos nos toma por sorpresa, pero afortunadamente donde hay
raíces profundas con la historia es difícil llegar a desmemoriarse. Quiero
cerrar con una frase dicha por el profesor Robles en la décima quinta
conmemoración de Sierra Blanca, hace diez años:
“No podemos olvidar Guadalupe, no podemos
olvidar con una esperanza a Práxedis, Porvenir y también ambientalistas de Estados
Unidos, que ahora nos acompañan para refrendar esta victoria. Esta victoria que
tardó trece años para poder dar el fallo de los tres jueces y decir no, no y no
se le dio a esa construcción”.
No hay que olvidar camaradas, por eso la lucha sigue.