Crónicas por la Historia - Un paseo por el Palacio de la Memoria Histórica por Alejandro Valdés Pérez

Alejandro Valdés Pérez (UACM)


Hoy esos muros y esos pasillos donde caminaban los reos y donde se encuentran las antiguas crujías donde residían, hoy resguardan los documentos históricos que son considerados de gran valor histórico nacional y difunden la memoria histórica de nuestro país.


Un palacio antiguo donde albergó la gran prisión que Porfirio Diaz inauguro en el año de 1900. Aquella prisión más peligrosa en la Historia de México cerró sus puertas en 1976. Tuvieron que pasar 6 años para que en 1982 se volviera a abrir, pero ahora como la nueva casa del Archivo General de la Nación. Hoy, el Palacio resguarda nuestra memoria histórica de nuestro país y que aún hay tantas cosas por descubrir, y que arma este rompecabezas que conocemos como Historia.


Inicialmente se ha abierto un nuevo capítulo en nuestra Historia. Para empezar, uno de los lugares que siempre considerare mi segundo hogar; no solo porque ha sido mi camino de paso, sino porque fue mi lugar de visita y de consulta documental, y porque viví una temporada en el campo laboral en este lugar.


Hablar del Palacio de Lecumberri es imaginarnos y transportándonos hacia aquellas historias de los prisioneros que estuvieron en aquel Palacio de estilo Porfiriano. Imaginamos que cuando se habla del Palacio de Lecumberri, nos viene a la mente esas historias que se han vivido dentro de la antigua prisión que ha sido nombrado como el Palacio “Negro” de Lecumberri. De Pancho Villa a Valentín Campa; de José Revueltas a Heberto Castillo; de Pepe el Toro a Juan Gabriel, entre otros. No obstante, este lugar se ganó la fama por ser aquí el desenlace de la Decena Trágica que termino con el asesinato de Francisco I. Madero y de José María Pino Suarez. Tras este acontecimiento, todos han pasado por estos pasillos que hoy son convertidos ahora en un museo, biblioteca y archivo.


Lecumberri ha sido el símbolo de la represión, la tortura, el miedo y la violación. Su fin como prisión termino en 1976. De hecho, recordé haber visto un documental que paso una vez en la televisión, y era sobre los últimos días de la prisión más peligrosa de aquella época.


Algunos propusieron que se demoliera para dar paso a algunas unidades habitacionales como Tlatelolco, por ejemplo. Pero por el valor histórico que pesaba más, hizo que un grupo de historiadores, arquitectos y artistas manifestaran que se conservara. Tuvieron que pasar 6 años para que volviera a abrir esas puertas del Palacio Negro, para dar cabida y convertirse en la nueva casa del Archivo General de la Nación en 1982.


Imaginamos aquel palacio que en el siglo XX se ganó esa fama, por tener esas historias narradas y contadas como sacadas de una película de terror sobre la antigua prisión; aquel palacio en donde se encontraban los prisioneros ya mencionados, y donde se encontraban los criminales y asesinos más relevantes de la época, así como estudiantes y miembros del movimiento estudiantil de 1968 detenidos; hoy esos muros y esos pasillos donde caminaban los reos y donde se encuentran las antiguas crujías donde residían, hoy resguardan los documentos históricos que son considerados de gran valor histórico nacional y difunden la memoria histórica de nuestro país.


De ese palacio negro que conoció la Ciudad de México en el siglo pasado, hoy solo quedan esos recuerdos en la mente de quienes vivieron esos años; y un palacio que hoy se conserva por fuera, pero que cambio mucho por dentro.


Particularmente cuando entré al AGN como usuario en 2016, tuve el primer encuentro con los documentos, echando un vistazo con ojos de investigador, veo en ellas, las historias que quedaron escritas en las correspondencias, telegramas, notas y un montón de material histórico; como estar escuchando una voz olvidada entre tanto papeleo administrativo. 3 años bastarían para regresar al AGN y poder trabajar en uno de los fondos que fueron liberados sobre cuestiones políticas y movimientos sociales; más aparte, es una pieza del rompecabezas sobre nuestra historia y que forma uno de los capítulos más negros en la Historia de nuestro México.


Hay tantas cosas que uno nunca sabe que se puede encontrar entre tantos archivos resguardados. Algunos pueden ser históricos; otros son testimonios de hechos narrados en diferentes épocas; otros son narraciones que relatan un pasaje o un momento; y otros que quedan plasmados en otros archivos como estampillas, vinilos, mapas, casetes o fotografías.

 

Ahora, cuando voy de visita al Palacio de quien fue por tres años mi tercer hogar, solo después de la universidad que fue mi segundo hogar, recorro entre los pasillos y escucho aquellas anécdotas que están ocultas entre sus muros de lo que fue la prisión de Lecumberri y que ahora acoge la memoria de nuestro país.


Para finalizar, en aquel patio central donde estaba la antigua torreta panóptica y que ahora es una cúpula, se refleja en ella una luz que traspasa el cristal del centro de la cúpula e ilumina el centro de la plaza, como si fuera la luz de un faro. Iluminando el camino hacia la historia.


Porque al final, después de imaginarnos como fueron esas historias dentro de la antigua prisión o las historias que vive día a día como Archivo Histórico, al final siempre veremos una luz. Y esa luz nos iluminará en nuestro camino por la Historia.


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