Que vivan los encuentros que celebran la amistad, la historia y la vida misma. Que nuestros terruños, sigan siendo razón de identidad y construcción de nuevos caminos.
La semana del 22 al 26 de abril pude acudir como asistente al XII Encuentro Regional de Estudiantes de Historia
Centro-Sur en Chilpancingo, Guerrero. Un espacio dedicado a la reflexión,
discusión y sobre todo conexión con otras formas de estudiar y hacer historia
en la región austral del país. Fue mi primera vez en dicha capital guerrerense
y por fortuna lo pude hacer acompañado de camaradas estudiantes de la Escuela
Nacional de Antropología e Historia. Fue de esa forma que al sumergirme en sus
carreteras pude empezar a sentir lo que significa estar en esa tierra.
La semana estuvo llena de
ponencias, foros y exposiciones que hablaron de gran cantidad de tópicos, pero
algo que llamó mi atención de sobremanera fueron los temas de historia regional
del estado huésped. Y es que desde el primer día pude notar el orgullo de
quienes participaban para con sus lugares de origen. De Tierra caliente; la
Costa chica o de la Costa grande; sin olvidar Acapulco; hasta la Montaña y la
Sierra se inflaban los corazones al hablar de su gastronomía, música y danzas.
Un verdadero festín para los sentidos.
El aire se inundaba de ese espíritu
altivo donde cada terruño ocupaba un lugar para la historia y memoria
colectiva, sin importar el tamaño de la comunidad. Lo cual me hizo sentir muy feliz
por saber que mi generación enarbola que no hay historia demasiado pequeña que
no merezca ser contada. Además del compromiso de la historia con la sociedad.
Fue así que Guerrero, con su
característica bravura e intensidad, me fue envolviendo entre sus tlacololeros,
su música calentana y el sabroso pozole. Ha sido un verdadero festejo el poder
compartir con viejas amistades y como es de costumbre construir nuevas redes
para seguir haciendo de la historia algo necesario y vigente. No me quedan
dudas que la generación a la que pertenezco viene a cambiar muchas cosas,
aunque haya todavía cerebros añejos que lo nieguen.
Que vivan los encuentros que
celebran la amistad, la historia y la vida misma. Que nuestros terruños sigan
siendo razón de identidad y construcción de nuevos caminos.
¡Viva la historia! ¡Vivan quienes
hacen la historia! ¡Vivan los terruños del mundo entero!