Más allá de las pesquisas - Más allá de la alternancia por Marial Valdez Gutiérrez

Marial Valdez Gutiérrez (Historia-UACJ)
Contacto: maralvalgutcel@gmail.com


Porque lo que estamos viviendo trasciende las preferencias políticas; es un logro que pertenece a todas las mujeres de México y del mundo, sin importar nuestras diferencias.


Hoy, primero de octubre de 2024, tomó posesión de su cargo la primera presidenta de la República Mexicana. En manos de Ifigenia Martínez, política, académica y diplomática, presidenta de la Cámara de Diputados, se encontraba la banda presidencial que portará durante los próximos seis años la presidenta, la doctora Claudia Sheinbaum. Durante la ceremonia, parte de su discurso resaltó un importante mensaje que deseo destacar:


       “Porque hoy, con nosotras, llega Leona Vicario, ideóloga, independentista y pionera del periodismo, una mujer comprometida con la causa insurgente. Llega Josefa Ortiz (perdonen que no diga de Domínguez), quien orientó el rumbo de la lucha y definió los tiempos que marcaron la primera transformación de nuestro país. También llegan las chinacas, esas valientes mujeres que defendieron la patria y jugaron un papel crucial en la defensa de nuestra soberanía e independencia.


     Acompañan a esta historia las obreras, pioneras en la lucha por los derechos laborales durante la dictadura de Porfirio Díaz. Llega Elvia Carrillo Puerto, Hermila Galindo, Refugio García, Consuelo Uranga y Esther Chapa. A todas ellas, y a nosotras también, nos dijeron que éramos el ‘sexo débil’, pero demostraron su inmensa fuerza, no solo personal, sino también popular y revolucionaria. Llega Sor Juana Inés de la Cruz, llega Frida Kahlo, llega Rosario Castellanos. Pero, además de estas grandes referentes históricas, cuando digo ‘llegamos todas’, también me refiero a las que ya no están con nosotras.”


Este logro no solo representa un avance personal o de partido, también abre la puerta a miles de mujeres que, por generaciones, han sido relegadas de los espacios de poder. La presidencia de una mujer no es un hecho menor, es un símbolo de transformación profunda en nuestra sociedad. Nos demuestra que los sueños que antes parecían inalcanzables para las niñas, hoy pueden convertirse en realidad. Ahora, más que nunca, las jóvenes de este país pueden imaginarse en el más alto cargo político, no como una fantasía lejana, sino como un objetivo alcanzable. Contar con un ejemplo real y tangible en la figura de la presidenta Claudia Sheinbaum, es un pequeño golpe para el techo de cristal.


Este gobierno no sólo marca un hito en la historia política de México, sino que también es un paso firme en la lucha por la igualdad de género. Es el resultado de años de esfuerzo de mujeres que, desde diferentes trincheras, han exigido ser escuchadas, representadas y respetadas. Se trata de comenzar a saldar una deuda histórica que ha mantenido a las mujeres fuera de la toma de decisiones. No solo se trata de ocupar cargos, sino de generar una representación justa que considere nuestras voces, nuestras realidades y nuestras necesidades. Esta presidencia cumple con la esencia del primer manifiesto feminista, que nos invita a amarnos, apoyarnos y reconocer el valor de nuestra propia lucha: "Si no nos amamos entre nosotras, no tenemos nada”.


Es por ello que este momento requiere que todas nosotras asumamos un rol activo. No basta con celebrar desde la distancia. Es fundamental que cada una de nosotras se haga partícipe de este gran avance. Esto significa asumir la responsabilidad que nos corresponde en seguir impulsando a quienes hoy nos gobiernan, cada una desde su lugar, con las herramientas que tenga a su disposición. También implica ser valientes para señalar y denunciar aquellos obstáculos que aún persisten, esas piedras de tropiezo que intentan frenarnos en el camino hacia una igualdad plena.


Ahora bien, este logro no debe interpretarse como un cheque en blanco para la nueva mandataria. Reconocer el avance que representa su presidencia no implica que debamos ser ciegas ante su mandato o que renunciemos a la crítica. El compromiso de construir un país más justo también implica cuestionar, vigilar y señalar los errores cuando los haya. Sin embargo, es crucial que estas críticas sean justas, sinceras y constructivas, sin caer en los discursos machistas que históricamente han menospreciado o deslegitimado el liderazgo de las mujeres. No seamos eco de la violencia política de género. No debemos exigir a esta presidenta lo que no hemos demandado de sus predecesores; las expectativas deben ser altas, pero equitativas.


A pesar de no haber votado por ella, eso no significa que no pueda reconocer y celebrar con ella este momento histórico. Porque lo que estamos viviendo trasciende las preferencias políticas; es un logro que pertenece a todas las mujeres de México y del mundo, sin importar nuestras diferencias. Este es un triunfo colectivo que honra a todas aquellas que, a lo largo de los años, han luchado, resistido y persistido en la búsqueda de justicia e igualdad. Es un reconocimiento a las que abrieron camino, muchas veces en silencio y bajo gran adversidad, y que hoy nos permiten caminar con la frente en alto.


Este momento no es solo el fin de un largo recorrido, sino el principio de uno nuevo, que traza un sendero de esperanza para las generaciones de mujeres que vendrán después de nosotras. Hoy, las puertas que durante tanto tiempo estuvieron cerradas comienzan a abrirse, pero no basta con cruzarlas: es nuestra responsabilidad mantenerlas abiertas y asegurarnos de que ninguna mujer vuelva a ser excluida de ningún espacio público ni privado, de poder o no.


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