REMATE DE CALAVERAS ALEGRES Y SANDUNGUERAS
Una calaverita de saco
Para los que hacen
historia
Por Tamara Montiel
Calaca, Calaquita, aunque
Estén en el barro, no los quitas.
Hablan de tus hijos sin pena ni temor
A los canijos no les da terror.
Pepe, Porfirio y María ya no son humanos
Los ancianos le pusieron “objetos de
estudio”
¡Qué inhumanos!
Ya ni parecen cristianos
No se preocupan, se van bien felices a sus
cenas
Presumen de sus artículos, que se publican
en
Sus propios círculos.
Por esos sus historias danzan en puros
círculos
Academias e historiadores también
investigadores
No se preocupen que la huesuda no ve
citaciones.
Escribe y premia a diestra y siniestra.
que el centro del país no es todo el
planeta
¡Tiemblen canijos ¡
Que antes de la academia el pueblo también
pensaba por sí mismo
Rían, lloren y aplaudan que el poder se
les acaba
Cuando la historia carece de memoria.
Alma y corazón estamos a nada que la
pelona nos aviente por un balcón.
Independencia
Por Olga Lidia Jiménez Velázquez
Es 2 de noviembre y
les voy a narrar
La independencia de
México les voy a recordar
Aquí comiendo
calaveritas del altar
Escuchen atentos que
voy a empezar.
Aquella noche Miguel
Hidalgo hizo temblar
Junto a la
Corregidora que no lo iba a dejar,
Con una veladora
ellos iban a estudiar
Aquel plan que los
haría triunfar.
16 de septiembre de
1810, la clavera levantó la bandera
Dando el grito que
Dolores espera,
Fue el aviso de la
insurrección,
Con las catrinas que
hicieron manifestación.
En el panteón
contentos estaban
Porque Miguel Hidalgo
las campanas tocaba
Y con su ejército de
valientes atentos esperaba
Avisando del
movimiento que pronto empezaba.
El repiqueteo se oía,
levantando de la tumba a Morelos que se unía.
Comiendo pan de
muertos Ignacio Allende se confundía,
Pues no sabía lo que
sucedía.
De
pronto reflexionó, que era momento de lucha
Así que corrió a
darse una ducha.
Ya reunidos todos,
con la famosa catrina
Hizo fiesta con
flores y papel picado
Por su triunfo los
hizo difuntos,
Y aquí termina mi historia y punto.
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Don Simón Bolívar
Por Heidi Carolina Molina Duque
Desde Venezuela
La
calaverita emocionada
despertó
a Don Simón
y
éste lanzó una mirada
aunada
a un sermón.
Preocupado
preguntó:
- ¿Dónde está mi batallón?,
La
huesuda argumentó:
- “Soleándosen en un farellón”.
Bolívar
detalló su tumba
y
se percató que su espada
por
ningún lado estaba,
¡Supo
que fue profanada!
Molesto
volvió a su fosito,
tal
robo consideró un delito
y
no sería fortuito
que
el destino de aquel erudito
estuviese
ya escrito.
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La generación paralizada
Recuerdo aquellos tiempos,
por el 2019,
cuando estábamos sentados
contemplando el relieve.
"¡Ha comenzado una pandemia!",
exclamó el director,
nos reunió a toda la escuela,
sentados en un salón.
Todos muy confundidos,
no prestaban atención;
decían: "de nuevo el lunes,
estaremos en montón".
Todos tomamos en gracia
aquella extraña situación,
mas no imaginamos
que ese día sería el comienzo del terror.
En las siguientes semanas,
el gobierno alertó:
"no salgan de sus casas,
pues la cosa empeoró".
"Solo serán quince días
los que estarán confinados,
después de ese tiempo
todos serán liberados".
Ojalá hubiera sido cierta
aquella ingrata indicación,
pues esos quince días
en la eternidad se convirtió.
Todos muy angustiados
contemplaban las noticias,
pues ese día se agregaron
trescientos muertos a la lista.
Parecía no tener fin
ese eterno sufrimiento,
pero era una de las cuentas
por nuestro mal comportamiento.
Dos años después del caos,
la gente dijo: "bueno",
debemos acostumbrarnos
a integrar sufrimiento.
Quedaron muchas secuelas
de todas las circunstancias,
condenas en las escuelas,
cadenas sin esperanzas.
La sociedad era extraña,
como viviendo en marañas,
todos robotizados,
en internet se pasaban.
Y aún continuamos,
con la misma situación,
rondando como almas en pena
buscando
liberación.
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Calaverita
a Tlahuicole
Por Raziel Tapia
Estaba Mictecacihuatl paseando por
Tizatlan,
buscando al guerrero más poderoso
de Tlaxcallan
“¡Tlahuicole!” le dijeron, pues era
un famoso personaje,
que acababa con decenas de
contrincantes
tomándole tan solo unos instantes.
A la diosa interesó, y decidió ir a
buscarlo
“Al telpochcalli…” pensó, dónde
seguro habría de hallarlo.
Nuestra señora caminó hacia el
telpochcalli,
donde pensaba para ella misma
“Después voy a comerme un tlaxcalli”.
Avanzando y en la lejanía,
vió a un formidable guerrero
entrenando con osadía,
con ésta escena ella sólo se sonrió
“Oye amigo, quiero que vengas
conmigo…” Mictecacihuatl le gritó
“¿Y por qué crees que me he de ir
contigo?” Tlahuicole respondió.
“Porque si no me obedeces te
arrastro directito al Mictlan…
Aunque de todos modos ya te vas
para Tenochtitlan…”
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Calaverita
de Lepanto
Por
Aldo Alexis Orozco Mendoza
Cuando hablamos de la muerte, ella
no descansa,
en toda la historia, trabaja en
tierra y mar,
viendo a los hombres matarse a
ultranza,
sabe que su trabajo nunca ha de
acabar.
A la junta de la Liga Santa no fue
invitada,
pero ella fue, sin importar nada,
pues allá donde se dice guerra,
antes del capitán, es la muerte
quien comanda.
A ella, honesta y piadosa guerrera,
codo a codo con Juan de Austria,
se le dio a navegar una galera,
que iría rumbo al mar Jónico en
Grecia.
Ella conocía el lugar y navegaba
con arte prolífico,
pues en Chipre sus servicios se
habían solicitado
a las órdenes de Solimán el
magnífico,
empuñó su cimitarra y con los
Jenízaros había combatido.
Cala Vera, a la rada del golfo
divisó los barcos de Alí Bajá,
¡Bajad los cañones! La muerte
gritó.
A la rápida resolución de Farnesio
y Bazán,
una gran bala a la flota otomana
acabó.
Y así fue como la muerte Lepanto
tomó,
senda heroína en el cantar quedó,
pero lo que parece que la historia
olvidó,
es que ella no tiene bando y a
todos se llevó.
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Estos
cabrones evangelizadores
Por Uriel Vega Noriega
I.
En la entrada del camposanto
Era un fraile, que, por
cierto,
Grandes barbas arrastraba.
Era fray Martín de Valencia
Que de tanto andar orando y
llorando,
Se le olvidó su breviario
En aquel Sacromonte Calvario.
II.
De sur a norte caminando
Los franciscanos llegaron,
A Cuautitlán se asentaron
Y en Tepotzotlán se
presentaron.
Pero cuál sería su sorpresa
Que unas calacas los
espantaron
Sus pobres hábitos volaron
Que hasta más pelones
quedaron.
III.
Dos clérigos arribaron
De tan novohispanos peinados,
Pero los indios rumoreaban
Que se parecían al mismo
Diablo.
Uno de ellos era el vicario
Román
Tan compasivo en el sermón
Pero demonio en el
confesionario,
Ahora por su alma, hay que
rezar rosarios.
IV.
Es el turno de los jesuitas
Tan amigos de la buena
muerte,
Pues siempre vestidos de
negro
Y con sombreros, unos tales
bonetes.
Con los clérigos se pelearon
Hasta la Parroquia les
quitaron,
Ya se van del pueblo llorando
Con sus ánimas, se la pasan
penando.
V.
Sin olvidar a mis indígenas
Los jóvenes evangelizadores,
Ahora en el coro de las
iglesias
Sus almas cantan como
ruiseñores.
Les dicen los señores
huesudos
A estos viejos cabrones
Tan sonrientes caballeros
De hermosos pensamientos
corazones.
Dedicado a Tepotzotlán, mi
pueblo, por el aniversario de los 500 años de la llegada de la misión de los 12
franciscanos, 477 años de la secularización y 444 años de la llegada de los
jesuitas; en esta evangelización, los indígenas fueron sujetos activos.
Coyoacán, Ciudad de México, a
28 de octubre del 2024.
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Querida
Josefa
Por
Iyari Zamora
Estaba la Catrina muy entretenida
pues a Josefa Ortíz de Dominguez
como invitada tenía.
Cuéntame de tu vida, querida mía
pues solo conocemos a la histórica
heroína.
Que te digo Catrina, difícil me las
vi
pues en huérfana muy joven me
convertí.
Mi padre en la carcel estuvo
pues con algunos españoles
conflictos tuvo.
No te lamentes Josefa
que esos gachupines conmigo pagaron
la cuenta.
-Gracias Catrina-, después de eso
mi vida mejoraría
pues aprendí mucho en las
Vizcaínas.
-Allí conociste al mortal que en
las nubes te traía-
-Miguelito Domínguez-, tan
enamorada me tenía
quien diría que 14 hijos nuestro
apellido llevarían
y adivina que Catrina, todos el
nombre María portarían.
Hay Josefa, quien te viera
si en los libros de texto apareces
muy seria.
Sin embargo eso no te hizo
celebridad
yo digo que fue tu tenacidad
frente a Guadalupe Victoria
con aquel jarrón que sostenías
y que frente a todos le reventarías
Ay flaquita, muy enojada estaba
pues el ingrato no había hecho nada
y los destrozos en el Parián
continuaban.
Mi querdia Josefa valiente y
decidida siempre fuiste
y una lección histórica nos diste.
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Para
Ricardo Flores Magón
Por JD
Abrego
En un frío y oscuro rincón
presa de incontrolable tos,
bajo una sombra, acurrucado
duerme Flores Magón.
La huesuda, muy alegre
se acerca a tocar su frente:
¡Pobre libre pensador!
¡Le tiemblan hasta los dientes!
“¡Ya párate, muchacho!
Aquí se acabó la acción.
Este mundo es rete necio
y no quiere Regeneración”
“Dame nomás otro ratito”
murmura el anarquista.
“Mi tierra todavía sufre
por tiranos oportunistas”
“Ricardo, una vez dijiste:
‘La patria es yugo, nunca madre’
déjalos que sufran tantito
¡Qué vivan con su desmadre!”
“No me pidas indiferencia”
reclamó el ilustre escritor,
“Siempre cuidaré a mi gente
ya sea afuera o en prisión.”
Atribulada la huesuda,
le robó el último suspiro:
“Tu país no te merece;
¡Vámonos, querido amigo!”
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Calaverita de Enrico Martínez
Por Aylín García
En
la Nueva España los astros brillaban
mientras
Enrico Martínez el cielo registraba.
A
la constelación de escorpio describía
sin
saber que a la muerte invitaría.
La
huesuda a la puerta de su imprenta tocaba
y a
él un pronóstico astrológico solicitaba.
“Querido
Enrico, mi futuro en la ilustre Ciudad de México deseo saber,
quizá
solo así una catástrofe se pueda contener”
La
petición fue negada
pues
los datos natales de la huesuda Enrico ignoraba.
“Calaquita
calaquita, a otro astrólogo ve con tus preguntas,
pues
yo no tengo tiempo para tus consultas.
Un
desagüe debo construir y un repertorio imprimir”
“Por
tu soberbia una deuda has de acreditar
y
ojalá la ciudad no se te vaya a inundar.
Un
día por mí suplicarás
y
ni en las estrellas me habrás de encontrar”
“Por
ti tardaré en llegar y ese mi castigo será.
Los
planetas nuevamente se habrán de encontrar
y
tú destino deberás enfrentar.”
La
muerte nada sorprendida partió
y
sus planos desgarró.
“Adiós
mi Enriquito,
espero
que en el olvido no caiga tu librito”
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Calaverita
a Zapata
Por
Roberto Soto
Con su vestido artesanal,
Muy sonriente llegó la flaca
Buscando al gran Zapata
Hasta en un algodonal.
Al enterarse el bigotón,
Cabalgó por la llanura
Con elegantes vestiduras,
Sin ninguna mancha de carbón.
De entre todo el matorral
Vio a la muerte tan singular.
Emiliano, muy valiente
También le mostró sus dientes.
–Dime, hermosa catrina,
¿Qué haces por estos rumbos?
–Vine a llevarte a mi mundo
Para que hagas algunas rimas.
Trabajarás para mí
Y te digo que me harás reír.
–Pero yo soy un guerrero,
¡No iré! No soy tu casero.
Puedo morir en combate
Pero nunca seré esclavo,
Puedo dedicarme al arte,
Soy un justiciero muy bravo.
La parca al ver esa necedad
Mostró su verdadera maldad.
–Te juro que me voy a vengar,
Alguien te va a traicionar.
–Nunca se rinde el caudillo
Y tú eres sólo un grillo.
Cierto año en abril
La volvió a ver sonreír.
Y ella le mandó un beso.
Traicionado por Guajardo,
No dió chance ni de caer preso.
–Un lugar ya te guardo.
Eres mío, Atila del sur,
Tú no te irás al ataúd,
Vendrás conmigo
Y serás mi buen amigo…
Repartió libertad al pueblo
Y golpeó al gobierno teatrero,
Trató de limpiar su cochinero.
¡Zapata, un héroe verdadero!
_____
Calavera Literaria
Por Ma. Del Rocío Hernández
Barro
¡Atención,
atención!
Dice
un letrero en el panteón:
Se
convoca a todos
Los
héroes de la nación,
El
próximo 2 de noviembre
Tendremos
una reunión,
No
olviden venir bien vestidos,
Como
marca la ocasión.
El
primero en llegar fue Morelos,
Muy
galante y bonachón,
Con
una banda que dice:
“Soy
siervo de la nación”.
Hidalgo
no quiso quedarse atrás
Y
llegó en una calandria
Desde
la puerta gritando
“Soy
el Padre de la Patria”.
Miguel
y Josefa llegaron
Y
venían muy bailadores,
Recordándoles
a todos:
“Somos
los corregidores”.
Hermenegildo
Galeana,
Junto
con Antonio y Pablo,
Se
sumaron al festejo
Y
el cañoncito llevaron.
Y
así, todos fueron llegando:
Juárez,
Allende, Madero,
Iturbide
y Matamoros,
Bailan
y están celebrando.
Los
catrines y calacas
Han
tenido una gran fiesta,
Pues
saben que son esos héroes
Que
toda la Patria respeta.
La
fiesta llega a su fin
Y
todos van regresando,
A
sus tumbas y sus nichos,
Para
seguir descansando.
El
próximo año nos vemos,
Y
seguimos platicando,
Vendremos
todos los años,
Si
nos siguen recordando.
Fin.
_____
Calaverita
Literaria a Emiliano Zapata
Por
A.D. Castillo
Ya se escucharon los rumores…
que la Muerte del panteón va
saliendo,
va buscando revolucionarios
zapatistas
ya sean vivos o de preferencia
muertos…
Se vistió los huesos con su mejor
ropa
desempolvó el viejo sombrero,
quiere parecer científico o
hacendado
no campesino terroso y hambriento…
Se le vio en la estación del tren
de Cuautla…
desde México llegó en el
interoceánico,
va con dirección a Villa de Ayala
buscando a un especial
cuatrero…
Le dijeron que usa de ala ancha un
buen sombrero,
monta caballo y es buen
ganadero
además de fumar tabaco y tomar
refresco
tiene la costumbre de peinarse el
bigote negro…
Lo verás rodeado de muchos hombres
y mujeres
la muerte se iba recordando…
a la mano, carrilleras y escopeta
30/30
¡cuídate mucho Muerte de no morir
por un plomazo…!
Pero lo más importante Muerte
querida,
no se te olvide ser inteligente y
astuta
que al general Emiliano Zapata,
ya todos lo quieren en la
tumba….
No puedo fallar otra vez,
se dijo la Muerte pensativa…
tengo que llevarme directito al
panteón…
a ese que grita ¡libertad, ley y
justicia!
Ya se iba saboreando gustosa
el terminar la vida del jefe
suriano
cuando llegando a Anenecuilco le
gritan:
¡Aquí no está, has venido en
vano!
Se fue de regreso a la Ciudad de México
con las manos huesudas vacías
nunca encontró a Emiliano Zapata…
¡Viva la Revolución! ¡Abajo la Muerte
raquítica!