Anónimos novohispanos - De Hechiceras a Brujas por Andrea Guadalupe Pérez Juárez

Andrea Guadalupe Pérez Juárez (UNAM)


Las palabras Hechicera y Bruja, suelen usarse indistintamente para hacer referencia a mujeres que tienen poderes o dones sobrenaturales, sin embargo, el termino Bruja es relativamente reciente, su antecedente es Hechicera.


En la Grecia Clásica, las responsables de hacer el bien o causar el mal a la sociedad eran las Hechiceras, mujeres sabias con facultades extraordinarias. Tuvieron la creencia que mantenían el control sobre los elementos naturales, se valían de la noche para realizar magia en contra de alguna persona; podían transformarse en animales para volar o introducirse en las casas y hacer daño. Las que se dedicaban a realizar magia amatoria, podían ejercer dominio sobre los hombres que desearan, eliminar rivales, causar enfermedades, daños en las cosechas, atraer la lluvia, el granizo, los truenos o detenerlos.


Para realizar su magia, se encomendaban a Diosas que estaban relacionadas con la noche, la luna, la sexualidad y la muerte. Se reunían en conciliábulos (Concilio no convocado por autoridad legítima), para recitar oraciones o conjuros, donde interviniendo las Diosas, pedían sus deseos y en ocasiones realizaban alguna ofrenda junto a diversos ritos para el cumplimiento de la solicitud. En Grecia y posteriormente en Roma, ya existían castigos para quienes se valieran de la magia buscando hacer algún daño. La imagen de la Hechicera se transformará con la llegada del cristianismo y la persecución, se hará más frecuente en la Edad Media.


Cuando el cristianismo fue aceptado como religión del Imperio Romano, se condenaron los cultos considerados paganos y sus prácticas, sin tomar en cuenta que algunos ya tenían leyes contra la hechicería. El Código Teodosiano en su ley 3° del título 16 del libro IX, decía que debía castigarse a los encantadores, a quienes abatieran tormentas y a los que, por medio de la invocación de demonios, perturbaran la mente de los hombres. También condenaba a muerte a los que invocaran a los demonios y realizaran sacrificios nocturnos a estos.


Entre los eslavos y los germanos, se consideraba que la magia podía ser practicada de manera abierta; el destino de los pueblos estaba ligado a los conocimientos mágicos de los reyes; se consideraba que cada practicante de la magia descendía de un linaje particular y que los conocimientos se transmitían de generación en generación.


La hechicería quedaba definida bajo el término seid, se consideraba de manera similar que en la Antigüedad Clásica: la magia practicada para hacer daño a otros debía ser castigada. Las hechiceras eran temidas, se creían que eran las causantes de las desgracias de sus gobernantes e incluso de su muerte.


Tenían poderes sobrenaturales y podían influir en la naturaleza, la salud y la suerte. Se les asociaba con la magia, la adivinación y la curación. Podían comunicarse con los espíritus y los dioses, se les atribuían poderes para proteger y curar, pero también para dañar y destruir.


Tipos de hechiceras:

v  Völvas: Hechiceras que poseían poderes proféticos y mágicos.

Seidrkona: Hechiceras que practicaban la magia y la adivinación.

v  Ashipu: Hechiceras que curaban y protegía.

 

Poderes y habilidades:

1. Magia: Se creía que las hechiceras podían realizar magia para influir en la naturaleza, la salud y la suerte.

2. Adivinación: Se creía que podían predecir el futuro y conocer secretos ocultos.

3. Comunicación con espíritus: Podían comunicarse con los espíritus de los muertos y los dioses.

4. Curación: Se consideraba que podían curar enfermedades y heridas.


Tenían una conexión especial con la Luna, que les otorgaba poderes mágicos y proféticos; utilizaban plantas mágicas para realizar sus rituales y hechizos. Algunas de estas plantas incluían la belladona, el ajo y la mandrágora. Los sueños eran considerados un medio importante para las hechiceras, para comunicarse con los dioses y los espíritus. Creían en la existencia de espíritus de la naturaleza, como los elfos y los trolls, que podían ser invocados para obtener poderes mágicos.


La adivinación era una práctica común entre ellas, utilizaban métodos como la lectura de las entrañas de los animales y la interpretación de los sueños. Se creía que tenían una conexión especial con los ancestros, les otorgaban sabiduría y poderes mágicos. Al mismo tiempo, tenían una conexión especial con dioses como Odín, Thor y Freyja, que les otorgaban poderes mágicos y proféticos.


A inicios del siglo XIII el concepto de Hechicera se modifico y se creó la Bruja, que puede definirse como la persona que adquiere poderes sobrenaturales, debido a la realización de un pacto con el Diablo, este le concede facultades extraordinarias: volar, transformarse en animales, adivinar el futuro, tener dominio sobre otras personas, enfermar o sanar, controlar el clima, causar pestes, destruir cosechas e incluso imposibilitar para tener relaciones sexuales. A estas prácticas se les conocía como maleficios.


Según refiere Jesús Callejo en su obra Breve Historia de la Brujería, la palabra bruja o bruxa apareció a finales del siglo XIII, en el año 1287, en un vocabulario latino arábigo “ y que su significado equivale a súcubo o demonio femenino”. El termino se usa de nuevo en el año 1396 escrito como broxa en las Ordinaciones y Paramientos en la Ciudad de Barbastro.


En casi todas las lenguas se le asociaba con el conocimiento, en Europa el termino aparece en Suiza en 1419, con la palabra alemana hexe, pero se popularizo hasta el siglo XVII.  Callejo menciona retoma al profesor Russel de la Universidad de California, afirmando que el origen de la palabra es el termino indoeuropeo weik. En tanto la inglesa wichs deriva de la voz anglosajona wicce y del alemán wisseii (conocer, saber) y de widden (adivinar o predecir).


En la misma época la Brujería empezó a considerarse como una herejía, la Bruja al pactar con el Diablo se alejaba de Dios, dejaba su fe, y reconocía al Maligno como su único señor.  Las mujeres que se dedicaban a la sanación, a la adivinación y a ser parteras, pasaron a ser consideradas hechiceras, después brujas y finalmente herejes.


La palabra Brujería designa a las practicas realizadas por brujos y brujas, generalmente buscando hacer algún mal u obtener algo que se deseaba o se necesitaba en la Europa Cristiana entre los siglos XIII y XVIII, limitándose según Callejo a algunos países de la Europa Occidental como Francia, Alemania, Escocia e Inglaterra, sin incluir a España.


La temporalidad estaría fijada por la promulgación de la Bula del Papa Inocencio VIII en 1484 Summis desiderantes affectibus, donde aborda la cuestión de la brujería en Europa, especialmente en Alemania. En ella, el Papa expresa su profunda preocupación por la propagación de la brujería y la herejía en esas regiones.


El documento describe cómo muchas personas, tanto hombres como mujeres, se han vuelto hacia la brujería y han renunciado a la fe católica. Se menciona que han hecho pactos con demonios, íncubos y súcubos, y han cometido atrocidades como el asesinato de niños y animales, y la destrucción de cosechas.


Inocencio VIII también nombra a dos inquisidores, Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger, para que investiguen y castiguen a aquellos que practican la brujería. Les otorga poderes especiales para proceder contra cualquier persona, sin importar su rango o posición social, y les permite predicar la palabra de Dios en las iglesias de las regiones afectadas.

 

Hasta el año 1350 se comenzó con la persecución a las Hechiceras y Brujas con intervención de los Inquisidores, fue entonces cuando se introdujo la idea de la celebración de un pacto con el Diablo, Callejo menciona que fray Martín de Castañeda en su Tratado de las supersticiones y hechicerías, distingue dos tipos, el expreso que se da cuando se reniega de la fe con palabras claras y evidentes, prometiéndole obediencia a Satán y el implícito o privado que se realiza mediante intermediarios.


El Demonio sellaba sus pactos con la llamada "marca de Satán", que consistía en un rasguño, una mordedura y otro tipo de señal con la que Satán distinguía a sus nuevas servidoras, no existía un lugar preferente, podía ser detrás del hombro, en los glúteos, las axilas, los brazos, el ombligo o en el blanco del ojo izquierdo, las formas eran diversas: una pata de liebre, rata, araña etc.

 

Las brujas también tenían la llamada marca de la Bruja, pecho o pezón anormal que era fácil de detectar, servía para alimentar a los llamados "familiares" o demonios menores que estaban con ellas para guiarlas a aconsejarlas, se les pidió ver en forma de sapos.


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