La atención prestada a los objetos cotidianos marca su ritmo de vida alterno al nuestro, considero que estamos obligados a observar nuestros libreros y preguntarles incansablemente como ellos nos han visto. Siguiendo la frase: “la historia para la vida”, pretendo traer a ustedes un espacio, donde la historia se pueda apreciar como esa compañera de nuestro cuarto y que se puede sentar a hablarnos de nuestra historia personal por medio de los objetos cotidianos".
¿Qué diferencia implica “hablar con
la historia” entre “hablar de historia”? Considero que el primero se remonta a
la existencia de la historia como un sujeto físico con el cual, uno se puede
sentar a tomar (metafóricamente) un café y dialogar mutuamente.
Mientras que la segunda frase
considero que hace más referencia a la historia, como materia descriptiva
dentro de un proceso epistemológico con el cual, quien trabaja sobre el terreno
histórico, está más acostumbrado. Lo que también conlleva un proceso de
selección de un público, cual si se tratara de un libro, biblioteca, café o
librería.
También considero que “hablar de
historia”, supone un distanciamiento de la materia con el sujeto en diálogo, es
decir, con nosotros mismos. Esto porque se carece de un diálogo directo. Por
otra parte, “hablar con la historia”, marca el acercamiento de esta misma con
nosotros, sus espectadores. Esto implica que la historia existe como sujeto que
puede ser traído a nosotros y que podrá expresarse por sí misma, no solo
implica verla o tenerla presente, sino que su acercamiento también conlleva a
su presencia en nuestra vida diaria.
Esta primera columna titulada: En diálogos con la historia, tiene por
objetivo presentar mi proyecto de columna de opinión, Hablado con mi librero, un espacio que buscará reflexionar en torno
a múltiples objetos que conforman nuestra vida material y hablan de nuestra
vida cotidiana. Empezado el viaje con el librero, espacio de reposo de los
libros que conforman nuestras bibliotecas personales, pero aunque su nombre lo
indique, no reduciré este espacio meramente a los libros, bibliotecas y
lectores, convirtiendo este depósito de hojas de papel y lectura, en sinónimo
de la repisa de cocina, el cajón de nuestro cuarto, la cama donde soñamos, el
reproductor de música que utilicemos a diario, en cualquier objeto en el que
podamos almacenar nuestras pertenencias que nos delatan ante los ojos de la
historia.
Hablando con mi librero, lo había pensado como el título de
una antología de cuentos, donde la voz narrativa saldría de los objetos
inanimados. Haciendo alusión a la frase habitual: "¿y si las paredes
pudieran hablar?". La verdad es que, si nos hablan en un lenguaje
simbólico que con frecuencia ignoramos, todo rasgo y rasguño que dejamos sobre
nuestra vida material nos ha de delatar para versiones futuras de nosotros.
La atención prestada a los objetos cotidianos
marca su ritmo de vida alterno al nuestro, considero que estamos obligados a
observar nuestros libreros y preguntarles incansablemente como ellos nos han
visto. Siguiendo la frase: “la historia para la vida”, pretendo traer a ustedes
un espacio, donde la historia se pueda apreciar como esa compañera de nuestro
cuarto y que se puede sentar a hablarnos de nuestra historia personal por medio
de los objetos cotidianos.
Nuestro librero solo es el comienzo
de la aventura al mudo del texto y del lector, o en este caso de ampliación, al
mudo del objeto y el poseedor, como expresa Jacques Attali en su libro de Historias del tiempo de 1982: “para
comprender nuestro mundo y reflexionar sobre nuestro porvenir, será necesario
disponer de las historias que corresponden a los múltiples objetos comunes que
nos sirven y nos dominan a la vez.”
Hablando con mi librero forma parte
de este ambicioso proyecto de traerles fragmentos de las historias de los
objetos cotidianos, sumado al de temáticas más específicas como la historia de
la moda (Hablando con mi ropero) y la
memoria colectiva (Dialogando con los
muertos), columnas que se entregarán más adelante.
Solo me queda invitarlos a estar
pendiente de las próximas columnas y a adentrarse en esta serie de pláticas con
la historia, que buscan dar un espacio de reflexión en torno a lo mucho que
pueden decir de nosotros nuestros objetos ordinarios y personales.