Historia como metáfora de la libertad - Drácula y la construcción de la otredad por Addi Vladimir Yáñez García

Addi Vladimir Yáñez García (IBERO) 

Correo: ygvlad666@gmail.com


Siguiendo esta particular tradición occidental, Stoker emprendió una investigación sobre leyendas, mitos y supersticiones del folclor europeo, esto le llevó a informarse sobre diversos lugares y etnias...


Con el reciente estreno de la película Nosferatu, surgió un particular debate sobre la apariencia del conde, a partir de esa discusión me parece pertinente recordar el trasfondo que originó al nuevo monstruo de culto. Es bien conocido que el original conde Orlok, creado en 1922, fue un ingenioso intento de adaptar al cine la novela Drácula, lo que nos acerca al creador de estos seres que se mimetizan, Bram Stoker.


El objetivo del autor irlandés fue que el conde representara lo malvado, que fuera la creatura más tenebrosa conocida hasta el momento, y para ello se enfrentó a una problemática antropológica ¿cómo se construye el mal? Para construir a su personaje, Stoker recurrió a una forma de representación elemental en la sociedad occidental, el espejo. Una forma corriente en la que se ha construido la imagen del otro, de aquel que no se conoce, es dotarle de las características opuestas a lo que el centro de poder cultural, político y económico considera normal; y una consecuencia corriente de esta forma de representación es que despierta un miedo a esa otredad y a las consecuencias nocivas que pudiera llevar a la estabilidad de la civilización. Siguiendo esta particular tradición occidental, Stoker emprendió una investigación sobre leyendas, mitos y supersticiones del folclor europeo, esto le llevó a informarse sobre diversos lugares y etnias, particularmente del este de Europa, aquella región ya considerada misteriosa, geográficamente recóndita, y con habitantes extraños, de lo que bien se desprende la afirmación que haría Jonathan Harker en su diario, en la que sentencia que todas las supersticiones europeas estaban reunidas en los Cárpatos.


En su narración Stoker deja claro que la principal característica de la región en la que se ubica Transilvania es el misterio, no se sabe la ubicación exacta del castillo del conde debido a la falta de mapas detallados, a causa de que al este europeo no existía una agencia cartográfica profesional, a comparación de Inglaterra. De hecho, las descripciones del viaje de Jonathan se van tornando más ajenas, extrañas y tenebrosas conforme más de aleja de su hogar, explícitamente nos menciona que los trenes eran más impuntuales cuanto más al este se encontraba y remata preguntándose “¿cómo serán en China?”. Estas descripciones remiten a lo arcaico de los Cárpatos y refieren a la carencia de la técnica, un tópico introducido por Stoker y que su raíz se extendía hacia su experiencia de vida; el autor provino de una familia de profesionistas, principalmente abogados y médicos, aunque personalmente se dedicaría al teatro ocupación con la que entró en contacto con la aristocracia inglesa.


Desde este lugar social Stoker construye el miedo en su novela, y hace funcionar el espejo cultural para describir a los habitantes del este europeo. A diferencia de los ingleses, los pobladores de los Cárpatos no hablaban un solo idioma, sino varios, diferentes e inentendibles para el oyente occidental.  Los eslovacos eran los tipos más extraños y más barbaros, además de ser feos y con vestimenta extraña, nos cuenta a través del diario de Jonathan Harker que estos son inofensivos, pero “carecen de autoafirmación natural.” Otros habitantes de la región, los roma, habitualmente estereotipados como gitanos, son descritos como seres supersticiosos, temerosos de Drácula y que por lo mismo les manipulaba, tenían disposición de ayudarle o directamente trabajaban para él. Y, finalmente, el conde, la misma encarnación del mal, vinculado a las creaturas de la noche, principalmente al lobo; descrito de forma grotesca, como un cadáver viviente, que expedía un olor putrefacto, y con el cuerpo lleno de pelo —incluido el hoy controversial bigote—, y hasta las palmas de sus manos.


No es difícil imaginar que todas estas características se oponen a la imagen del europeo aristocrático, cuyos estándares de belleza e higiene se expandían por el mundo, así es como Stoker nos dio también la forma de derrotar al conde, el punto climático de la novela es cuando esa encarnación del mal deja sus lejanas tierras en el este para invadir Inglaterra, y entonces cobra importancia el racionalismo, los avances tecnológicos y médicos como las transfusiones sanguíneas para aliviar a las víctimas de la mordedura y los tratamientos psiquiátricos que pretendían romper la posesión del conde sobre Renfield , el orden ilustrado europeo derrotaría al terror que se atrevía a tocar sus tierras por medio del conocimiento racional, de la ciencia y el pensamiento moderno.


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