Hay un tema que a veces se nos olvida en la academia, el respeto a la diversidad. Eso se convirtió en un problema grave que muchas veces rebasa la violencia que ejercen las instituciones sobre los individuos, para ejercerse entre colegas...
El pasado 21 de abril de 2025 falleció el papa
Francisco. Al parecer un derrame cerebral y un colapso cardiocirculatorio
fueron la causa de su muerte. Luego de más de un mes hospitalizado fue dado de
alta el 23 de marzo pasado y su última aparición pública se dio el 20 de abril,
durante la misa de pascua en la Plaza de San Pedro.
En redes sociales abundan los mensajes de
personas que expresan de forma personal su pésame y su sentir. Sin embargo,
también surgieron críticas, especialmente hacia instituciones laicas que
enviaron condolencias, y hacia individuos —en particular estudiantes e
investigadores del campo de la historia y la antropología— que lamentaron
públicamente la muerte del Papa. A estos últimos se les cuestiona por su papel
como científicos sociales, argumentando que, en lugar de manifestar duelo,
deberían mantener una postura crítica frente a instituciones como la Iglesia
católica.
Lo anterior planteó una pregunta incómoda y,
siendo franco, un tanto absurda: ¿Debería un historiador o antropólogo dar el
pésame públicamente, por la muerte del Papa? La discusión no es menor. Parece
una pelea, los que creen que un académico debe ser absolutamente neutral,
debido a su formación, su deber es señalar a la iglesia, al vaticano y a los
distintos Papas por sus faltas, omisiones y pecados, hacer uso de las
herramientas que les dotan sus disciplinas; y los que piensan que también se
vale ser creyente, sin que eso te quite seriedad como investigador.
Por un lado, quienes se han posicionado por la
objetividad académica y la constante critica a la iglesia como un sistema
ideológico. Y sí, claro, es fundamental que un historiador o antropólogo se
mantenga crítico frente a cualquier institución, y eso incluye a la Iglesia. No
puedes escribir una tesis sobre el poder simbólico del papado con un rosario en
una mano y la pluma en la otra, obviamente lo digo de manera metafórica.
También es cierto que tener fe no te vuelve ciego. Hay muchísimos científicos
sociales creyentes que hacen análisis críticos y serios sobre su propia
religión, no solo la católica. La clave está en saber separar: una cosa es lo
que crees, otra lo que investigas.
Además, hay un tema que a veces se nos olvida en
la academia, el respeto a la diversidad. Eso se convirtió en un problema grave
que muchas veces rebasa la violencia que ejercen las instituciones sobre los
individuos, para ejercerse entre colegas. Exigir o argumentar que los
científicos sociales sean ateos o agnósticos para “garantizar la objetividad o
su carácter critico ante las instituciones” es, en el fondo, otra forma de
intolerancia. ¿No se supone que justo nuestro trabajo es entender al Otro,
incluso cuando piensa distinto? Entonces, ¿por qué escandaliza que alguien diga
“descanse en paz” si forma parte de su cultura, su fe o simplemente su forma de
expresar humanidad?
Y luego está el contexto mexicano, que
particularmente. En este país, la religión —especialmente la católica— no solo
es una creencia, es parte del tejido cultural. Aquí, cuando muere el Papa, se
prende una veladora en cada casa... y también en algunas oficinas académicas,
seamos honestos. ¿Realmente vamos a crucificar —perdón por la ironía— a quien
exprese su pesar? ¿O vamos a fingir que vivimos en un laboratorio europeo,
donde la religión es solo tema de archivo?
Al final del día,
cada persona, estudiante, investigador decide cómo quiere expresarse. Si
alguien quiere dar el pésame, adelante. Si otro prefiere guardar silencio por
coherencia metodológica, está bien. Lo importante es que, en su trabajo, el
análisis crítico no se pierda, no se use la fe como argumento académico, y que
el respeto esté presente, para quien cree y para quien no. Finalmente lo que se
expresa en redes sociales son opiniones, si por el contrario se publicara un
artículo académico, tesis o libro especializado sobre la religión y sus
bondades, sin duda sería objeto de crítica y análisis.