Luis Daniel Miranda García (ENAH)
Contacto: luis.miranda@enah.edu.mxNos parece notable reconocer que México es un país racista, clasista, que discrimina, juzga y es intolerante a la mínima muestra de discrepancia con las convenciones sociales. En consecuencia, llama la atención que desde el Estado se reconozca dicha problemática y se llame, por lo menos en el discurso, a terminar con estas prácticas.
En el
marco del 213 aniversario de la independencia de México, durante los festejos
del 15 de septiembre de 2023 el presidente Andrés Manuel López Obrador ha
marcado un hito en la historia de los gritos de independencia al modificar y
agregar a las exclamaciones lo siguiente: “mexicanas, mexicanos que muera la
corrupción, que muera la avaricia, que muera el racismo, que muera la
discriminación, que viva el amor, que vivan nuestros hermanos migrantes,
vivan los pueblos indígenas, viva la grandeza cultural de México, viva
México, viva México, viva México”.
Nos
parece notable reconocer que México es un país racista, clasista, que
discrimina, juzga y es intolerante a la mínima muestra de discrepancia con las
convenciones sociales. En consecuencia, llama la atención que desde el Estado
se reconozca dicha problemática y se llame, por lo menos en el discurso, a
terminar con estas prácticas.
Hemos
resaltado partes del discurso del presidente a propósito, ya que nuestro
objetivo en este artículo es hacer un breve recorrido histórico, en el cual
podamos divisar en la medida de lo posible, a nuestro país como un conjunto de
semilleros culturales, nutridos todos por actores sociales quienes han
conformado nuestra sociedad mexicana producto de coyunturas y contextos
fundamentales en la historia social, política y cultural de México.
Durante
el periodo conocido como Mesoamérica, lo que hoy es México estaba habitado por
diversas civilizaciones, como los Mexicas, Mayas, Olmecas y Zapotecas, cada una
de las cuales tenía su propia cultura, religión y lengua. Las sociedades de
tradición mesoamericana que lograron subsistir al encuentro cultural y a la
conquista por parte de los europeos peninsulares, sobrevivieron a consecuencia
del mestizaje.
Del
mismo modo, durante el Virreinato de la Nueva España, los españoles introdujeron
esclavos africanos a México para trabajar en plantaciones y minas. Esto trajo
una nueva dimensión cultural y étnica al país. La influencia africana se puede
ver en la música, la danza, la cocina y muchos más aspectos en la vida
cotidiana mexicana.
En
cambio, la entrada de orientales al país se ha dado en diferentes momentos de
la historia de México. Hombres y mujeres originarios de China, Japón, Corea,
entre otros lugares de Asia, han sido sujetos que nutrieron con sus culturas y
tradiciones, a la sociedad mexicana. La colonia china en Mexicali y la japonesa
en Guadalajara son ejemplos de su presencia histórica en el país.
Mas
tarde, el siglo XX sería el escenario coyuntural en el que México abrió sus
puertas a la inmigración proveniente principalmente de América Latina y Europa.
El primero de estos casos trajo consigo a hombres y mujeres originarios de
Argentina, Chile, Guatemala, Honduras, El Salvador, países junto a otros más
que durante el siglo XX vivieron crisis políticas, conflictos armados y
regímenes autoritarios. El caso de la inmigración europea a México es similar,
ya que nuestro país recibió refugiados y exiliados orillados a abandonar sus
lugares de origen a causa de la segunda guerra mundial. Españoles huyendo por
la guerra civil y judíos perseguidos por el fascismo alemán, son algunos casos
de grandes grupos de personas, comunidades, que entraron a México gracias a la
política de asilo y refugio político de nuestro país.
Actualmente
en el siglo XXI México sigue siendo un país que recibe y brinda asilo a miles
de personas, principalmente de Centroamérica, quienes por necesidad salen de
sus lugares de origen por buscar mejores oportunidades para ellos y sus
familias.
En
consecuencia, todos y cada unos de estos grupos sociales han contribuido a
robustecer el conglomerado cultural, político, económico, académico,
lingüístico y social de nuestro país.
Volviendo
a las exclamaciones del presidente de México, durante los festejos del 15 de septiembre
de 2023, donde lanza ¡vivas! A la grandeza cultural de México y a los
migrantes, así como exclamo un ¡muera! a la discriminación, nos parece
pertinente hablar del famoso caso de la agrupación musical Yahritza y Su
Esencia, tres jóvenes hermanos originarios de Washington e hijos de migrantes
mexicanos que componen y cantan música regional mexicana, quienes fueron
invitados por el presidente al evento musical del 15 de septiembre.
Tras
los comentarios realizados por la agrupación hace un par de meses, en una
entrevista en la Ciudad de México, donde mencionan que preferían la comida de
su ciudad natal Washington, miembros de la sociedad mexicana y la gran mayoría
de los medios de “información” nutrieron las opiniones en las que se acusa a
Yahritza y Su Esencia de arremeter contra la cultura mexicana, en especial
contra su gastronomía. Todos los medios y las redes sociales se han convertido
en un campo de batalla para cancelar y menospreciar al grupo. En los
comentarios de la transmisión en vivo de los festejos por la independencia de
México, se leían comentarios en los que se opina que “se debería invitar a
artistas 100% mexicanos y no a los Pochos”.
Nos
gustaría dejar una pregunta y una reflexión final entorno a lo expresado en
este artículo. Si tomamos en cuenta lo expuesto aquí como un precedente de la
configuración histórica de la sociedad mexicana, su cultura, raíces, refrentes
y de los sus miembros, ¿Qué seria eso 100% mexicano? ¿se puede hablar de México
como un país sin influencias, con una cultura única y exclusivamente de los
habitantes que se encuentran en sus límites geográficos?
De
manera que, para concluir nos gustaría dejar como reflexión que la tolerancia
hacia las diferentes expresiones culturales es muy importante en este contexto.
México es un ejemplo de cómo la convivencia armoniosa entre diferentes culturas
puede enriquecer enormemente a la sociedad. Dejar manifiesto que celebrar la
diversidad y aprender de las tradiciones y costumbres de los demás no sólo
fortalece el tejido social, sino que también fomenta un mejor entendimiento
entre las personas y abre la puerta a un futuro donde la tolerancia y la
diversidad sean pilares de la convivencia.
Recomendación:
Ríos,
Viri. No es normal. Grijalbo, 2021.