Memorias Mesoamericanas - Mesoamérica: un ir y venir entre la Historia y la Arqueología por Pilar Regueiro Suárez



Correo: regueiro2790@gmail.com


Como científicos sociales interesados en Mesoamérica, debemos estar abiertos al diálogo y, sobre todo, dispuestos a aprender metodologías diversas para estudiar la complejidad de las culturas mesoamericanas, sea cual sea el aspecto en el que nos queramos sumergir.


En días recientes, como parte de un seminario sobre mujeres en Mesoamérica, preparé una discusión en torno al modelo de opuestos complementarios, el cual ha sido ampliamente utilizado en la interpretación de los roles de género mesoamericanos. Para ello, leímos el muy conocido artículo de la arqueóloga norteamericana Elizabeth Brumfiel, “The Archaeology of Gender in Mesoamerica: Moving Beyond Gender Complementarity”, en el que ofrece una crítica a dicho modelo. Entre los diversos aspectos que revisa la autora, considera que buena parte de las interpretaciones sobre género en la época prehispánica, así como el modelo en cuestión, se han construido a partir de datos obtenidos en fuentes históricas del Centro de México durante el siglo XVI y se ha dado menor relevancia a la información proporcionada por la arqueología.


En particular, llamó mi atención el argumento de Brumfiel para descartar a esas fuentes dentro de los estudios del pasado mesoamericano por considerarlas “ahistóricas”, principalmente porque muestran solo un momento específico de la cultura indígena registrada y presentan información sesgada por los prejuicios de los varones occidentales que las produjeron; es decir, los frailes. Si bien la autora tiene razón parcialmente, la lectura del argumento me llevó a cuestionar lo que es y no es una fuente histórica, lo que hacemos las y los historiadores con ellas y cómo podemos acercarnos al pasado mesoamericano desde nuestra disciplina.


Durante la producción del conocimiento histórico, las y los historiadores convivimos con la dupla indisoluble de la heurística y la hermenéutica: las fuentes de información como materia prima y el análisis e interpretación de éstas para argumentar y responder nuestras preguntas de investigación. Las fuentes históricas son de muchos tipos: documentales, visuales, orales, restos materiales, entre otros, haciendo que se desplieguen un sinfín de metodologías para analizarlas en su contexto; o sea, tomando en cuenta cómo, dónde, por qué, para qué y quién las produce. En este sentido, no hay fuentes ahistóricas o poco fiables para estudiar la época prehispánica (o cualquier otra), sino aproximaciones poco adecuadas a las mismas, así como un limitado diálogo entre la Historia y la Arqueología.


A pesar de tener presente lo anterior, lo cierto es que cuando se trata de Mesoamérica, las fronteras entre ambas disciplinas fluctúan entre la rigidez y la flexibilidad todo el tiempo. Por un lado, las y los arqueólogos recurren a las fuentes históricas para obtener antecedentes y compararlos con los datos obtenidos en el análisis de la cultura material. Mientras que las y los historiadores procuran establecer en sus estudios límites temporales basados en la presencia o ausencia de fuentes alfabéticas; esto es, estudiar preferentemente a las culturas mesoamericanas poco antes o durante el contacto con los europeos. Por esta razón varios programas de licenciatura en Historia contemplan preferentemente el estudio de las culturas del Posclásico Tardío a través de códices y fuentes coloniales del siglo XVI, por encima de periodos y fuentes más tempranas por considerarlas parte del campo de la Arqueología.


Bajo esta dinámica surgen varios problemas entre los que sobresalen la revisión de fuentes históricas sin un método hermenéutico (desde la Arqueología) y el descarte de soportes con escritura jeroglífica e iconografía y su contexto arqueológico como fuente de información histórica (desde la Historia). Ambas prácticas producen las generalizaciones y sobre-interpretaciones a las que se refiere Brumfiel en su crítica. Entonces, ¿la Arqueología no puede usar fuentes históricas? ¿No se puede estudiar Mesoamérica desde la Historia? Por supuesto que no, los estudios mesoamericanos representan un campo fértil para la interdisciplina donde la Historia, la Arqueología, la Antropología, la Lingüística, la Historia del Arte, entre otras, deben estar en constante intercambio en aras de responder preguntas comunes y formular hipótesis sólidas. De esta forma, como científicos sociales interesados en Mesoamérica, debemos estar abiertos al diálogo y, sobre todo, dispuestos a aprender metodologías diversas para estudiar la complejidad de las culturas mesoamericanas, sea cual sea el aspecto en el que nos queramos sumergir.


Referencias:


Brumfield, Elizabeth M. 2013. “The Archaeology of Gender in Mesoamerica: Moving Beyond Gender Complementarity”. En A Companion to Gender Prehistory, editado por Diane Bolger, pp. 564-584. Wiley-Blackwell, Chichester.


 Pastor, Marialba 2020. La heurística y la hermenéutica históricas en tiempos de la Posverdad. Revista de la Facultad de Filosofía y Letras. Disponible en línea: https://revistafyl.filos.unam.mx/posverdad/



 

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