Es sorprendente que la narrativa histórica de la medicina medieval continúe retratando a estas personas y sus prácticas curativas como una amalgama ininteligible de charlatanería, magia, religión y aristotelismo.
¿Qué viene a tu mente si digo medicina medieval?, ¿La peste negra, herbolaria, remedios caseros, doctores con atuendos siniestros?, ¿Qué más se te ocurre?
Increíblemente, a lo largo de la
Historia de la Medicina, los doctores y los enfermos medievales son retratados
como gente menos humana que nosotros. Para la gente que no se dedica a la
historia como profesión (e incluso para algunos historiadores muy positivistas
y cuadrados) fácilmente les parecerán médicos y enfermos un poco estúpidos,
pues ellos mismos propiciaron sus pestes y dolencias por no tener una correcta
higiene. Su visión del mundo les será muy ajena, prácticamente incomprensible e
irreconciliable con las terapias médicas actuales.
La Historia de la Medicina es, a
grandes rasgos, una historia de grandes médicos y sus producciones teóricas. Su
estructura discursiva genérica inicia con Hipócrates en la Antigua Grecia,
atraviesa una Edad Media donde la producción del conocimiento supuestamente
"se estanca" en Occidente pero florece en Bagdad (debido a la
preservación de manuscritos en territorios orientales del Imperio Bizantino y a
las traducciones de éstos del griego al árabe) enriqueciéndose y regresando al
sur de Europa en parte por la expansión del Islam en territorios de la
Cristiandad medieval. Después, durante el Renacimiento y las conquistas en
América, los saberes y las prácticas se refinaron progresivamente hasta la
etapa contemporánea. Esta narrativa histórica termina convirtiéndose en una
historia del progreso humano y su desarrollo tecnológico hasta nuestros días.
No plantea ninguna reflexión sobre cómo hemos estereotipado en bloque a la
gente que vivía en dichos paradigmas históricos. Es muy expositiva: el
conocimiento médico se concibe como un reflejo de etapas de desarrollo
económico, demográfico y político que permiten (en mayor o menor medida) que
diversos actores sociales de una época dada se dediquen a trabajar y escribir
obras literarias que serán la base para la difusión del conocimiento posterior.
De manera implícita, se reconoce aún a la magia, la religión y la filosofía como
antecedentes inevitables de la ciencia moderna, muy al estilo de Sir James
Frazer. Este esquema, explicado muy brevemente, sigue siendo sumamente lineal y
es el que predomina en los artículos y libros actuales sobre la medicina
medieval salernitana y la Escuela Médica de Salerno. Muchos de estos textos han
sido redactados por médicos o farmacéuticos del siglo XIX o XX, y exponen a
Salerno como el breve antecedente histórico de lo que la ciencia actual
considera la verdadera práctica médica. Historiadores de la ciencia como
Charles Singer han establecido las bases para que este esquema se repita de
manera inconsciente en cualquier persona interesada en escribir sobre la
medicina salernitana medieval.
Salvatore De Renzi, el primer y más
importante médico compilador de la historia documentada de la Scuola Medica Salernitana, escribió
extensamente sobre la producción teórica y la relevancia histórica de Salerno
en el desarrollo de la medicina moderna. Denunciaba que la medicina salernitana
había quedado relegada a una mera tradición y no se le reconocía con una
historia con peso propio y significativo dentro de la vasta Historia de la
Medicina. Claro que De Renzi no pudo evitar las circunstancias políticas que
vivió y cayó en el extremo de enaltecer a Salerno como la cuna de la medicina
europea; mérito único de médicos latinos, desacreditando la influencia cultural
sarracena del siglo VIII en el sur de Italia. A él le tocaron vivir los
procesos de unificación de Italia y en ese momento, la historia de la Escuela
Médica Salernitana respondió al interés de forjar un orgullo patriótico para el
naciente Estado Nación Italiano.
Y aún así, respondiendo a la agenda
política y social de la Italia del siglo XIX, la historia de la Scuola Medica Salernitana de De Renzi sigue
siendo una historia del progreso humano que no comprende desde sus propios
términos a la gente salernitana del siglo XII.
Resulta escaso el número de
etnohistoriadores que han dirigido su atención hacia las formas de producción
del conocimiento médico en el sur de Italia durante la Edad Media. Asimismo,
hay poco interés por parte de antropólogos e historiadores en cuestionar la
narrativa convencional de la historia de la medicina occidental. Es
sorprendente que la narrativa histórica de la medicina medieval continúe
retratando a estas personas y sus prácticas curativas como una amalgama
ininteligible de charlatanería, magia, religión y aristotelismo. Y aunque esta
polémica parece zanjada y ya trascendida por diversos e influyentes
historiadores de las Mentalidades, creo que aún permanece como una otredad
negativa en la imaginación colectiva de la población italiana que no se dedica
a la historia. Aún es una historia de Europa, que como decía Jacques Heers, “Se
avergüenza de su mismo pasado, y en ese sentido, es una historia sumamente
discriminatoria y violenta consigo misma.”
¡Excelente, gracias!
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