De Salerno a Estambul - El Otro Negativo de la Historia Europea por Alba Ximena Maldonado López

Alba Ximena Maldonado López (ENAH)
Correo: alba.maldonado@enah.edu.mx

Es sorprendente que la narrativa histórica de la medicina medieval continúe retratando a estas personas y sus prácticas curativas como una amalgama ininteligible de charlatanería, magia, religión y aristotelismo.

¿Qué viene a tu mente si digo medicina medieval?, ¿La peste negra, herbolaria, remedios caseros, doctores con atuendos siniestros?, ¿Qué más se te ocurre?


Increíblemente, a lo largo de la Historia de la Medicina, los doctores y los enfermos medievales son retratados como gente menos humana que nosotros. Para la gente que no se dedica a la historia como profesión (e incluso para algunos historiadores muy positivistas y cuadrados) fácilmente les parecerán médicos y enfermos un poco estúpidos, pues ellos mismos propiciaron sus pestes y dolencias por no tener una correcta higiene. Su visión del mundo les será muy ajena, prácticamente incomprensible e irreconciliable con las terapias médicas actuales.

 

La Historia de la Medicina es, a grandes rasgos, una historia de grandes médicos y sus producciones teóricas. Su estructura discursiva genérica inicia con Hipócrates en la Antigua Grecia, atraviesa una Edad Media donde la producción del conocimiento supuestamente "se estanca" en Occidente pero florece en Bagdad (debido a la preservación de manuscritos en territorios orientales del Imperio Bizantino y a las traducciones de éstos del griego al árabe) enriqueciéndose y regresando al sur de Europa en parte por la expansión del Islam en territorios de la Cristiandad medieval. Después, durante el Renacimiento y las conquistas en América, los saberes y las prácticas se refinaron progresivamente hasta la etapa contemporánea. Esta narrativa histórica termina convirtiéndose en una historia del progreso humano y su desarrollo tecnológico hasta nuestros días. No plantea ninguna reflexión sobre cómo hemos estereotipado en bloque a la gente que vivía en dichos paradigmas históricos. Es muy expositiva: el conocimiento médico se concibe como un reflejo de etapas de desarrollo económico, demográfico y político que permiten (en mayor o menor medida) que diversos actores sociales de una época dada se dediquen a trabajar y escribir obras literarias que serán la base para la difusión del conocimiento posterior. De manera implícita, se reconoce aún a la magia, la religión y la filosofía como antecedentes inevitables de la ciencia moderna, muy al estilo de Sir James Frazer. Este esquema, explicado muy brevemente, sigue siendo sumamente lineal y es el que predomina en los artículos y libros actuales sobre la medicina medieval salernitana y la Escuela Médica de Salerno. Muchos de estos textos han sido redactados por médicos o farmacéuticos del siglo XIX o XX, y exponen a Salerno como el breve antecedente histórico de lo que la ciencia actual considera la verdadera práctica médica. Historiadores de la ciencia como Charles Singer han establecido las bases para que este esquema se repita de manera inconsciente en cualquier persona interesada en escribir sobre la medicina salernitana medieval.

 

Salvatore De Renzi, el primer y más importante médico compilador de la historia documentada de la Scuola Medica Salernitana, escribió extensamente sobre la producción teórica y la relevancia histórica de Salerno en el desarrollo de la medicina moderna. Denunciaba que la medicina salernitana había quedado relegada a una mera tradición y no se le reconocía con una historia con peso propio y significativo dentro de la vasta Historia de la Medicina. Claro que De Renzi no pudo evitar las circunstancias políticas que vivió y cayó en el extremo de enaltecer a Salerno como la cuna de la medicina europea; mérito único de médicos latinos, desacreditando la influencia cultural sarracena del siglo VIII en el sur de Italia. A él le tocaron vivir los procesos de unificación de Italia y en ese momento, la historia de la Escuela Médica Salernitana respondió al interés de forjar un orgullo patriótico para el naciente Estado Nación Italiano.


Y aún así, respondiendo a la agenda política y social de la Italia del siglo XIX, la historia de la Scuola Medica Salernitana de De Renzi sigue siendo una historia del progreso humano que no comprende desde sus propios términos a la gente salernitana del siglo XII.


Resulta escaso el número de etnohistoriadores que han dirigido su atención hacia las formas de producción del conocimiento médico en el sur de Italia durante la Edad Media. Asimismo, hay poco interés por parte de antropólogos e historiadores en cuestionar la narrativa convencional de la historia de la medicina occidental. Es sorprendente que la narrativa histórica de la medicina medieval continúe retratando a estas personas y sus prácticas curativas como una amalgama ininteligible de charlatanería, magia, religión y aristotelismo. Y aunque esta polémica parece zanjada y ya trascendida por diversos e influyentes historiadores de las Mentalidades, creo que aún permanece como una otredad negativa en la imaginación colectiva de la población italiana que no se dedica a la historia. Aún es una historia de Europa, que como decía Jacques Heers, “Se avergüenza de su mismo pasado, y en ese sentido, es una historia sumamente discriminatoria y violenta consigo misma.” 


 

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