La plaza vivió sus primeros años, en la convulsa etapa de la llegada de la revolución armada a inicios del siglo, con ella el paso de algunos jefes revolucionarios, también fue testigo de las más diversas transformaciones que sufrió durante más de cien años la Universidad de Sinaloa, cuyas históricas instalaciones se encuentran al lado.
En el andar cotidiano por el centro de
Culiacán, siempre destaca un escenario que guarda las más diversas historias de
la ciudad, desde las emotivas historias personales hasta las grandes historias
que pretendieron cambiar las realidades locales: la plazuela General Antonio
Rosales.
Escenario de estilo neoclásico edificado
durante el ocaso del siglo XIX, impulsado por el “arquitecto de la ciudad”,
Luis Felipe Molina, en un periodo que estuvo caracterizado por la proliferación
de las obras públicas a lo largo del distrito. Compuesto en el centro por un
gran quiosco que ha cambiado a lo largo de los años y que hoy siente la
compañía de hombres como Rosales, Buelna, Terán o Sánchez Alonso, y de muchos
otros personajes de bronce locales que observan atentamente el transcurrir de
la vida en la ciudad que habitaron.
La plaza vivió sus primeros años, en la
convulsa etapa de la llegada de la revolución armada a inicios del siglo, con
ella el paso de algunos jefes revolucionarios, también fue testigo de las más
diversas transformaciones que sufrió durante más de cien años la Universidad de
Sinaloa, cuyas históricas instalaciones se encuentran al lado. Fue lugar de los
paseos vespertinos de la sociedad culichi y también escenario de las grandes
historias estudiantiles que acompañaron a la segunda mitad del siglo XX. Fue un
lugar predilecto para el debate político y académico de muchas generaciones de
estudiantes y profesores universitarios, desde Rafael Buelna Tenorio, Veneranda
Bátiz Paredes o Bernardo J. Gastelum, hasta Gabriel Leyva Solano.
Hoy se configura como un sitio,
principalmente visitado por la enérgica juventud de la ciudad. El lugar es el
mismo pero su significado ha cambiado a lo largo del tiempo, quedando atrás el
paso de los revolucionarios de inicios de siglo y muy alejadas quedaron las
épicas estudiantiles setenteras y ochenteras. A pesar de esto, hoy en día sigue
siendo punto de reunión importante para los romances adolescentes, las reflexiones
individuales o colectivas, también para hábiles jóvenes con patines y
patinetas, emotivos bailes vespertinos y muchos eventos culturales que la
Universidad Autónoma de Sinaloa realiza cotidianamente. Es un lugar de
convivencia que gana una lucha, por seguir siendo un escenario vivo frente a la
amplia gama de posibilidades que las ciudades modernas ofrecen. Sigue siendo un
ambiente donde se desarrollan y crecen grandes historias personales y en las
que se manifiestan las pequeñas pero significativas luchas locales.
Y como cantaba Enrique Sánchez Alonso:
“Tu romántica plaza Rosales
Conoció mi primera ilusión
Tierra blanca y también la Lomita
Van muy dentro de mi corazón”.