Voces del presente - Un lugar eterno por Carlos Ernesto León Inzunza


La plaza vivió sus primeros años, en la convulsa etapa de la llegada de la revolución armada a inicios del siglo, con ella el paso de algunos jefes revolucionarios, también fue testigo de las más diversas transformaciones que sufrió durante más de cien años la Universidad de Sinaloa, cuyas históricas instalaciones se encuentran al lado.

En el andar cotidiano por el centro de Culiacán, siempre destaca un escenario que guarda las más diversas historias de la ciudad, desde las emotivas historias personales hasta las grandes historias que pretendieron cambiar las realidades locales: la plazuela General Antonio Rosales.


Escenario de estilo neoclásico edificado durante el ocaso del siglo XIX, impulsado por el “arquitecto de la ciudad”, Luis Felipe Molina, en un periodo que estuvo caracterizado por la proliferación de las obras públicas a lo largo del distrito. Compuesto en el centro por un gran quiosco que ha cambiado a lo largo de los años y que hoy siente la compañía de hombres como Rosales, Buelna, Terán o Sánchez Alonso, y de muchos otros personajes de bronce locales que observan atentamente el transcurrir de la vida en la ciudad que habitaron.


La plaza vivió sus primeros años, en la convulsa etapa de la llegada de la revolución armada a inicios del siglo, con ella el paso de algunos jefes revolucionarios, también fue testigo de las más diversas transformaciones que sufrió durante más de cien años la Universidad de Sinaloa, cuyas históricas instalaciones se encuentran al lado. Fue lugar de los paseos vespertinos de la sociedad culichi y también escenario de las grandes historias estudiantiles que acompañaron a la segunda mitad del siglo XX. Fue un lugar predilecto para el debate político y académico de muchas generaciones de estudiantes y profesores universitarios, desde Rafael Buelna Tenorio, Veneranda Bátiz Paredes o Bernardo J. Gastelum, hasta Gabriel Leyva Solano.


Hoy se configura como un sitio, principalmente visitado por la enérgica juventud de la ciudad. El lugar es el mismo pero su significado ha cambiado a lo largo del tiempo, quedando atrás el paso de los revolucionarios de inicios de siglo y muy alejadas quedaron las épicas estudiantiles setenteras y ochenteras. A pesar de esto, hoy en día sigue siendo punto de reunión importante para los romances adolescentes, las reflexiones individuales o colectivas, también para hábiles jóvenes con patines y patinetas, emotivos bailes vespertinos y muchos eventos culturales que la Universidad Autónoma de Sinaloa realiza cotidianamente. Es un lugar de convivencia que gana una lucha, por seguir siendo un escenario vivo frente a la amplia gama de posibilidades que las ciudades modernas ofrecen. Sigue siendo un ambiente donde se desarrollan y crecen grandes historias personales y en las que se manifiestan las pequeñas pero significativas luchas locales.


Y como cantaba Enrique Sánchez Alonso:


“Tu romántica plaza Rosales

Conoció mi primera ilusión

Tierra blanca y también la Lomita

Van muy dentro de mi corazón”.




 

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