Pero, después de todo este recorrido de historia, sólo puedo pensar: ¿Para quién se ha hecho el malecón del centro de Villahermosa? ¿Para el beneficio de un gobierno, vanagloriándose de entregar una obra más?
San
Juan Bautista nace y se hace crecer a la orilla de su río Grijalva, aquí todos
le conocen y le hacen conocer, llegan mercancías y viajeros, materias primas de
toda la región. ¿Te imaginas la vitalidad, de la ahora conocida calle Carlos A.
Madrazo o de lado de la conocida Gaviotas, la calle Ing. Leandro Rovirosa Wade?
Gente yendo y viniendo, ruidos y olores esparcidos entre el rio y la tierra,
cuantos objetos se habrán quedado entre los estratos de la tierra para
contarnos una historia. Es en 1961 que se empieza, la construcción de un
malecón con fines recreativos y poder apreciar al majestuoso río con su belleza
de azul: era un tramo con verdes árboles, lámparas y únicamente una herrería en
color azul cielo separa al rio de la gente.
Con el
mandato de Andrés Granier Melo, llegó el CENMA (Centro de Negocios y
Entretenimiento del Malecón) un espacio que buscaba brindar restaurantes y
locales comerciales con el fin de generar turismo y ser punto de reunión para
actividades culturales, donde se tendría vista al río. La obra finalizó en
2007, año en que también el agua llegaría sin precedentes. Con ellos también
llegó el abandono del CENMA, a sus laterales donde se habían colocado costales
de arena para frenar el agua salada del rio, se levantaron grandes bardas
grises, como una solución para el creciente volumen del Grijalva. Y así
permaneció durante muchos años, como si hubiera quedado un enojo hacia el río,
a nadie le importó no verle, mientras no hiciera más disturbios, mientras no
volviera a entrar en las casas, mientras no se llevara las pertenencias de
valor. No importaba que esas paredes no dejaran ver y nadie parecía querer
interactuar con el CENMA, no tenía nada de recreativo, ni parecía ser un lugar
donde sentarse a ver el atardecer.
Así
paso una década en el abandono, un poco en el silencio, nadie presto su voz
para pedir que algo se hiciera y caminar parecía un peligro. Los locales, las
casas abandonadas hablaban, los estacionamientos llenos de basura y las
fachadas raspadas y decoloradas por el sol, mostraban un malecón abandonado.
Gaviotas sobrevivía porque allí la vida es más pesada, uno vive porque tiene
que sobrevivir, la barda gris parecía no cambiar el ambiente. Si nos detuviéramos
un poco, nuestras paredes hablaran y la arqueología estaría más presente de lo
que podríamos imaginar.
Es con
el gobierno municipal de Gerardo Gaudiano Rovirosa, que llega un nuevo
proyecto: “El parque lineal” y el 15 de diciembre del 2017, se anunciaba la
remodelación del malecón Carlos A. Madrazo a cargo del Arq. Rogelio Jiménez
Pons. No obstante, el proyecto no tuvo la consecución esperada, pues tal parece
que, al centrarse en el malecón, se olvidaron de los alrededores, las casas
abandonadas y la seguridad no permitieron que fuera un espacio para recreación
y disfrute. Así mismo, el agua, nuestra compañera, llegó como llegan las malas
noticias: de golpe y sin avisar. En octubre de 2020 el río volvió a
desbordarse, llevándose costales, los muros de contención y de nuevo se llevó
los pedazos que nos conforman.
Y al final hubo algo en la gestión que no ha permitido que el agua se detenga, cada proyecto lleva consigo millones de pesos (con una inminente corrupción por detrás) y la intención de beneficiar a los tabasqueños. Pero, después de todo este recorrido de historia, sólo puedo pensar: ¿Para quién se ha hecho el malecón del centro de Villahermosa? ¿Para el beneficio de un gobierno, vanagloriándose de entregar una obra más? ¿Para que los ciudadanos puedan estar a salvo de las aguas del río? ¿Para que el río no siga viviendo, creciendo y con ello, ocupando un espacio que, según nosotros, no le corresponde?