Me parece que este ir y venir, entre el uso propagandístico de la imagen del "indio legendario" y la falta de atención a las comunidades indígenas actuales, nos invita a volver a las enseñanzas y la crítica de Rozat sobre el uso de la identidad indígena.
Recientemente durante una visita a Texcoco, me
encontré rodeado de bastantes referencias a Nezahualcóyotl, el legendario poeta
y rey de esta región. Escuelas llevan su nombre, bustos y estatuas adornan
plazas públicas, y murales se levantan en su honor. Esta presencia omnipresente
de Nezahualcóyotl me llevó a reflexionar sobre las lecciones aprendidas en la
licenciatura de historia, particularmente las enseñanzas sobre Guy Rozat y su
libro: Indios imaginarios e indios reales en los relatos de la conquista de
México.
Entre recuerdos y un repaso a mis
apuntes, me gustaría puntualizar que Rozat, analiza cómo los indígenas han sido
representados de manera conveniente en la historiografía y en la narrativa de
la Conquista. Se les presenta como figuras, casi mitológicas, partiendo de una
visión occidental o como actores secundarios. Esta reflexión surge al observar,
quizá no desde la escritura de la historia, sino desde representaciones
culturales, políticas y sociales, la forma en que los gobiernos del Estado de
México utilizan la imagen de Nezahualcóyotl, para fines propagandísticos,
creando una identidad colectiva que se muestra orgullosa de sus raíces
prehispánicas, mientras ignoran las necesidades y realidades de los indígenas
contemporáneos.
Durante mi paseo por Texcoco, no
pude evitar notar la paradoja entre la exaltación de Nezahualcóyotl y la
marginación de las comunidades indígenas actuales, porque claramente ningún
grupo o individuo de origen indígena, figura en el gobierno o está dentro de
los márgenes de interés del mismo. Sobre lo anterior, Rozat explica que
históricamente, el indígena ha sido despojado de su voz y presencia real en la
narrativa dominante, siendo representado a través de una figura estereotipada
que cumple con el rol de víctima pasiva. Un "indio blanqueado" que es
dócil y pobre, con características que calman la mala conciencia de los
llamados por Guy, "turistas de la historia". En pocas palabras, Guy
ya nos anunciaba lo que empecé a evidenciar: los gobiernos perpetúan una imagen
idealizada del indígena que sirve para sus fines propagandísticos, pero no
aborda las problemáticas actuales de estos y sus comunidades.
Un fenómeno que se intensificó,
cuando el discurso nacionalista mexicano forjado tras la Revolución, intentó
oponerse al elitismo cosmopolita del porfiriato exaltando la idea de una nación
de raza mestiza. Aquí ocurre algo interesante, esta visión paradójicamente
borró las particularidades étnicas de los diversos pueblos indígenas. Tras la
homogeneización de la identidad indígena, promovida por la burocracia, empezaron
a ignorar las particularidades de las culturas prehispánicas, construyendo la
imagen de un "indígena" que puede ser administrado fácilmente.
Volviendo al ejemplo, la
presencia de Nezahualcóyotl en Texcoco, Chimalhuacán y el municipio que lleva
el nombre de este “rey poeta”, continua con el patrón de simplificación de la
identidad indígena. Mientras las autoridades locales se enorgullecen de sus
raíces prehispánicas, los problemas reales de los indígenas en la región quedan
relegados a un segundo plano. Me parece que este ir y venir, entre el uso
propagandístico de la imagen del "indio legendario" y la falta de
atención a las comunidades indígenas actuales, nos invita a volver a las
enseñanzas y la crítica de Rozat sobre el uso de la identidad indígena.
Recapitulando esta breve
reflexión, la reciente visita a Texcoco me permitió observar de primera mano,
la paradoja que plantea Guy Rozat y que describe al pie de la letra en su texto.
Este fenómeno y demás representaciones que hacen referencia, subraya la
necesidad de revisar críticamente nuestras prácticas historiográficas, sociales
y políticas, que deberían encaminarse a la construcción de un discurso
inclusivo que reconozca las herencias de todos.
Figura 1. Miranda, L. (2024).
Estatua de Nezahualcóyotl. Texcoco, México.
Figura 2. Miranda, L. (2024).
Busto de Nezahualcóyotl, Texcoco, México.