Crónicas de una ciudad que se mojó… Y se secará para siempre - Crónica De La Anegación De Mixcoac por Johan Caballero

Yazmani Johan Mena Caballero (ENAH)


Comienza a caer el agua a cántaros de manera estrepitosa y la basura que parece ser flora silvestre, comienza a hacer de las suyas tapando las coladeras. «Pinche gente puerca. Me cae, ‘mano, que por eso estamos como estamos».


 Como si fueran las trompetas del Apocalipsis que anuncian el inminente desastre, así se nos presentan los truenos que para las y los habitantes de la Ciudad de México, son el ultimátum de la comodidad. «Espérate tantito, Tláloc, déjame llegar a mi casita, sé que te he pedido lluvia después de las sequías, pero nomás deja llego a mi casa y te sueltas con Toño, Pepe y Lupe».


   Comienza a caer el agua a cántaros de manera estrepitosa y la basura que parece ser flora silvestre, comienza a hacer de las suyas tapando las coladeras. «Pinche gente puerca. Me cae, ‘mano, que por eso estamos como estamos». Y ahí en la avenida Revolución (si queremos ubicarnos mejor, baste decir que es donde se encuentra la estación del metro Mixcoac), en la alcaldía Álvaro Obregón, tan llena de comercio (tan solo nos basta recordar que ahí se encuentra el Mercado Mixcoac), de filas interminables de camiones que esperan en el paradero y resulta un punto clave en la Ciudad de México, las aguas comienzan a crecer evocando el Diluvio de Noé. Los micros y los camiones se llenan no de animales sino de gente que, angustiada, mira a través de la ventana su lenta navegación a través del nuevo canal ubicado en avenida Revolución.


   La gente desde las ventanillas, observa con tristeza a los comerciantes que intentan rescatar, lo más posible de esa agua negra que brota de las coladeras, mientras inútilmente, intentan refugiarse en sus lonas. ¡No falte a la gran inauguración de la nueva sucursal de Cataratas del Niágara ubicada en avenida Centenario, en la alcaldía Álvaro Obregón! ¿Cómo describir el panorama? Avenida Centenario se encuentra empinada y pasa por distintas colonias, la lluvia baja de manera brutal a través de esa calle, solo comparable con el agua que cae de los toboganes en los parques acuáticos.

 

   «Carajo, tan soleado que estaba hoy en la mañana. De haber sabido me hubiera traído el paraguas, las botas de bombero y hasta me hubiera cambiado de casa. Ni modo, me tocará atravesar las aguas y a esperar cuarenta minutos para llegar a mi casa, a la que normalmente me hago quince minutos».

 

 

El agua sigue y sigue cayendo a cántaros, ojalá la frase de Chicken Little: “El cielo se está cayendo” … Fuera un chiste y no la realidad aproximada. «No puede ser, lo que me faltaba… Llegar a mi casa, empapado y fastidiado de estar encerrado en esa trajinera cerrada, para encontrarme con que no hay luz porque explotaron tres transformadores y para colmo, los bomberos y CFE no pueden hacer mucho porque sigue lloviendo. No hay nada que hacer y como dijo la señora Cristina Pacheco: “Aquí nos tocó vivir”».


La lluvia, a lo largo de toda la noche, no da tregua y cuando ocurre la disminución de su intensidad comienza a ser un alivio. Poco a poco, las casas se iluminan anunciando el regreso de la energía eléctrica. Lentamente se llena de luz la unidad Lomas de Plateros, lentamente, así como las primeras gotas comenzaron a caer.

 

[Crónica basada en la fuerte lluvia que cayó el 18 de julio de 2024]


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