La comunidad de italianos en México era reducida comparándola con la de otros países como Brasil o Argentina, la mayoría de ellos eran campesinos más bien humildes, traídos como parte de varios proyectos de colonización agrícola años atrás.
La
Italia fascista de los años veinte, mantenía relaciones diplomáticas bastante
amistosas con México y no solo eso, se llevó a cabo un proyecto que años
después formaría las bases ideológicas de lo que se conoció, como el Fascio
Italiano di Messico. A pesar de su polémico desarrollo, no podemos negar
el impacto histórico del periodo fascista en Italia.
Antes de que concentrara todo su
poderío en la fuerza política y militar, se entendía a sí mismo como un
fenómeno cultural en donde prevalecía la grandeza de sus creencias y
convicciones, alabando la figura de Benito Mussolini como la de un “hombre
nuevo” y salvador. Las relaciones entre México y la Italia fascista, son un
fenómeno hasta la fecha poco explorado, pero no por ello menos interesante.
Esta afinidad dio paso a la creación de agrupaciones como el PFM (Partido
Fascista Mexicano), la ARM (Acción Revolucionaria Mexicanista) y hasta los
propios sinarquistas en años posteriores.
Nos adentraremos un poco, en
cómo surgió esta red de relaciones que hasta hoy, es considerada una de las más
estrechas y duraderas. Es cierto que ya existían en ese momento afinidades
de gran magnitud entre ambos países. Las dos eran un par de naciones jóvenes y
mayormente católicas, que habían experimentado recientemente procesos de corte
nacionalista muy importantes. A pesar de su inestabilidad política y
económica, debido principalmente a la reciente Revolución Mexicana, para los
primeros años de la década de los veinte Italia era el único país perteneciente
a la Entente, que sostenía relaciones diplomáticas con México.
A inicios de 1922, comenzó a
rondar por la mente de los miembros del SFI (Sindicato Financiero Italiano) la
idea de llevar a cabo una gira marítima por los países más importantes de
Latinoamérica, en la cual no solo se buscaría un convenio comercial de materias
primas, sino que mejoraría las relaciones trayendo consigo tratados y
oportunidades migratorias, así como propaganda y adoctrinamiento ideológico
para todos aquellos ciudadanos italianos fuera del país. Esta se llamaría la “Nave
Italia”.
El visto bueno para visitar
México se dio un año después, en 1923, donde se tenía contemplado establecerse cinco
días en el Puerto de Veracruz y posteriormente un par más en la costa de
Tampico. La comunidad de italianos en México era reducida comparándola con
la de otros países como Brasil o Argentina, la mayoría de ellos eran campesinos
más bien humildes, traídos como parte de varios proyectos de colonización
agrícola años atrás. Desde la llegada de Benito Mussolini al poder, toda
comunidad que se encontrara fuera del país debía de igual manera ser
adoctrinada, a tal punto que era un objetivo puntual de la agenda gubernamental
pues, a pesar de vivir en el exterior, eran considerados miembros de la nación
y su deber era cumplir con sus compromisos cívicos.
Para 1923 en México, ya se
estaban llevando a cabo los preparativos y se habían constituido comités de
bienvenida para recibir a la Nave en el país, sin embargo, Italia
comenzó a replantearse esta decisión. Las noticias que resonaban en la época
para ambas naciones, eran las siguientes: los italianos temían el rechazo por
parte de los mexicanos a dicho proyecto, pues los movimientos obreros y
progresistas comenzaron a tomar fuerza en el país. Por otro lado, los mexicanos
interpretaron este suceso como un acontecimiento en su mayoría beneficioso para
el país, pues era un nuevo arquetipo de modernidad europea que nunca antes
habían presenciado.
La Nave Italia arribó al puerto
de Veracruz, el 23 de agosto de 1924 en punto de las 6:00 de la mañana y
solamente en su primer día, el barco recibió a más de 10,000 visitantes. Tres
días después, se realizó en Palacio Nacional la entrega de credenciales y
conmemoraciones de parte del presidente Obregón a los cabecillas de la misión
italiana (en su mayoría inversionistas, cónsules generales y honorarios). Este
acto tocó las fibras más sensibles de una colectividad italiana en México, que
buscaban reconocerse a sí mismos como hijos de la nación. Ese mismo día se
realizó también en el lote italiano del panteón Dolores, una ceremonia de
difusión de la doctrina italiana.
Pero la misión no había
terminado aún. Para el 29 de agosto, la Nave se trasladaría con
dirección a Chipilo, una colonia italiana establecida en el año de 1882 por
inmigrantes provenientes de Véneto en Puebla, la comunidad de italianos fuera
de Italia más importante de América… pero esta visita la trataremos por sí sola
en otra columna.