Dicen las crónicas que las colegialas iban vestidas como huérfanas, es decir, de manera sencilla siguiendo el reglamento redactado para esta institución. Setenta niñas fueron aceptadas, sin embrago, se sabe que podrían albergar a un número mayor.
En
artículos anteriores expuse sobre la fundación y la vida escolar, perteneciente
a las colegialas que asistían en esta institución, única en su tiempo. Siendo mi
objetivo principal la exhibición, sobre el día de su inauguración. Transcurriendo
aquel lejano 9 de septiembre de 1767, siendo las 6:30 AM, se realizó la
bendición del Colegio de las Vizcaínas. Tomando en cuenta que esta inauguración,
significaba la asistencia de un gran número de habitantes, se solicitó al
Virrey la intervención de la compañía de Granadores de las Misiones de Blancos,
en cargados de cuidar el orden.
Estos Granaderos, formaban parte del
cuerpo auxiliares del ejército regular: estas compañías se distinguían entre
blanco, pardos y morenos; para la apertura del Colegio, fueron colocados
alrededor de la manzana, en la puerta principal se concentró un mayor número de
guardias para el resguardo de los asistentes e invitados. Este evento fue de
suma importancia, asistiendo personalidades altamente reconocidas como lo fue:
el Virrey Don Francisco de Croix, los oidores de la audiencia, los señores del cabildo,
el arzobispo, autoridades del gobierno y eclesiásticas.
En el vestíbulo principal, se
encontraba un comité de la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu, mientras las
colegialas, se encontraban ya reunidas en la capilla a la espera de las autoridades.
Dicen las crónicas que las colegialas iban vestidas como huérfanas, es decir,
de manera sencilla siguiendo el reglamento redactado para esta institución. Setenta
niñas fueron aceptadas, sin embrago, se sabe que podrían albergar a un número
mayor.
Ahora bien, la inauguración se
inició con el recorrido de bendecir las cuatro fachadas, entrando al Colegio
para bendecir patios, jardines, salones, las viviendas donde se quedarían las
niñas y por último llegaron a la capilla, donde se ofreció una misa de acción
de gracia para bendecir a las colegialas y al cuerpo docente del lugar.
Concluida
la ceremonia religiosa, se ofreció un gran manjar, los alimentos fueron
encargados a los distintos conventos de la ciudad: el menú contó con diferentes
biscochos, como el pan de rosa que hacían las Madres de Santa Teresa; también
hubo buñuelos, panches, conchas, cochinitos de piloncillos, entre otros y
acompañados con tazas de chocolate.
Tres
días duraron los festejos por la abertura del Colegio, durante este tiempo la
música no dejó de sonar, la pirotecnia también continúo con grandes castillos y
cuetes, en conjunto a los monumentales adornos de flores, decorados con
listones en las distintas fachadas del Colegio, las celebraciones continuaron
sin las colegialas. La inauguración del Colegio de las Vizcaínas, tiene su
principal relevancia sobre la Historia de la Nueva España.