Solemos creer que la historia está hecha por los grandes personajes, de quienes se hacen monumentos. La memoria histórica brinda interminables pistas del enorme rompecabezas que es la historia.
Hace
poco mientras buscaba un libro que hablara sobre la historia de Tabasco, me
encontré googleando algo a lo referido con la terminación "PDF" con
la esperanza de encontrar mi objetivo entre las redes de la efímera internet.
Fue así como di con un libro de titulado: "Mis memorias de la Villahermosa
antigua (1930-1950)" de Manuel Antonio Vidal Cruz, adjuntando al título
lleva la frase "Un legado histórico a las nuevas generaciones".
Me
gustaría mencionar los capítulos (artículos adquiridos entre las décadas de los
años 30’ y 50´del siglo pasado, que don Manuel escribía para el diario
tabasqueño: “Diario de la Tarde”) “Colonia Gaviotas”, “Rio Grijalva”, “Calle
Melchor Ocampo” y “Colonia Mayito”, para recalcar el recuerdo que llegó a mí,
pues después de leerlo sentí como los relatos de mi tío Luis resonaban en mi
memoria.
El
autor menciona estás experiencias vividas de apenas hace 100 años, un lapso de
tiempo cercano a quienes llamamos abuelos o tíos. Es por ello que me dispuse a
buscar esas memorias entre la biografía sobre mi tío abuelo que hice en primer
semestre de carrera. Recuerdo mi interés en su historia de vida, porque durante
la preparatoria, había estudiado en un CECyTE, ubicado al otro lado de la
ciudad, por lo que tenía que atravesar por la famosa Avenida Paseo Tabasco. De
regreso a casa tenía que tomar dos transportes, el que me dejaba en la gran
avenida Ruiz Cortínez (dónde innumerables veces corría con Paty para alcanzar
el siguiente transporte, ella tomaba la combi del "Espejo" la cual
pasaba cada mil años mientras que yo me iba en la combi o el transbus,
de este último durante su efímera existencia hasta llegar a mi casa), allí
esperaba cualquier ruta, pues todas
pasaban por el kilómetro donde estaba mi casa. Fue está intersección la que me
hizo pensar que sería buena idea visitar a mi tío Luis, quien vivía cerca de
Catedral y a quien infinitas veces había recordado como una persona de enorme
dulzura al contarnos su vida en la ciudad.
Fue
así como comencé a llegar frecuentemente, fue así también como él comenzó a
recibirme con un refresco y unas galletas de la tienda de mi tía Tana, pero lo
que más me gustaba era cuando abría las cajas de vinilos y descubría el enorme
tocadiscos que parecía un mueble enorme, era este el que guardaba la gran la
maquinaría que lo hacía sonar.
Entre
sus relatos podía escuchar, como vendía agua en latas montado en un caballo y
que fue así como conoció a mi tía. Oficio que hoy ha desaparecido. Mi tío Luis
hizo de todo, porque no pudo estudiar, fue primero carpintero y después
electricista del cual tuvo un local en la avenida Pino Suárez, muy cerca del Centro
Histórico a dónde pasábamos a saludarlo, tiempo después tuvo que dejarlo y
siguió con su oficio desde casa, es por ello que al visitarlo aún tenía
electrodomésticos como licuadoras, batidoras y ventiladores. Entre 2016 y 2019
pude escuchar repetidamente sus historias, notando las similitudes y
diferencias de su relato oral. Cuando ingresé a la Escuela Nacional de
Antropología e Historia, decidí hacer un trabajo escrito en recuerdo de todos
esos días en los que me contaba sobre su vida.
Hoy
quise consultar aquel trabajo de biografía, por desgracia no pude encontrar el
archivo digital, otro impedimento fue aquella dinámica que vino a cambiar con
el Covid-19, aquel trabajo lo entregue impreso y no recuerdo dónde quedó. Lo
que quiero obtener de esta experiencia es el valor de preservar y guardar la
memoria histórica de nuestros abuelos, tíos, padres, hermanos. Solemos creer
que la historia está hecha por los grandes personajes, de quienes se hacen monumentos.
La memoria histórica brinda interminables pistas del enorme rompecabezas que es
la historia.
Hoy
después de 5 años podría preguntarle a mi tío,
después de recordarle que soy la hija de Marcos, hijo de Carlos, su
hermano, que fue a mis quince años y mostrarle la foto dónde estábamos bailando
y que cuando cumplí 17 lo llevamos casa para celebrar e hicimos camarones a la
diabla, después de eso, él procede a decirme cómo recuerda todo aquello y
entonces empieza a relatarme cómo recuerda partes de la ciudad en relación a
los recuerdos que ya veníamos diciendo...es entonces que lo relatos cambian
porque los hilos de la memoria se vuelven delgados y junto a ellos mi tío Luis
se lleva las historia, una tarea que pienso me corresponde. Tarea que pienso todos
podríamos hacer, para honrar nuestras esas vidas, que están hechas de memorias
en un estilo de vida que los formó y son la imagen viva que tenemos frente a
nosotros, frente a sus voces.