Nuestros Problemas - La historia, la identidad nacional y la ética: Breve reflexión sobre la conquista por León Bravo

 





Con el regreso del 12 de octubre los puntos de vista cambian, o más bien se profundizan y se pulen si uno es consciente o mínimo tiene la intuición sobre su fin. En este caso, en lo que nos parece la herida permanentemente abierta, hay cuestiones que deben recuperarse de lo que he expuesto anteriormente y las que se omiten aquí olvidarlas; pues, la profundización ha dado el pie a una presentación más clara. Ya que, en el debate en torno al tema de la conquista, siempre se trata desde razones ideológicas más que históricas. La diferencia es difícil de trazar en la rigurosidad de la investigación, pero en la opinión pública es difícil ignorarla.


Ahora bien, los más críticos nos vanagloriamos de ser profundamente metódicos e incrédulos y por lo tanto, nuestra opinión en materia política tiene que ver más con la realidad que con la fantasía. Esto es cierto, en gran medida, y se esperaría que todos, hasta nuestros oponentes, fueran así. Sin embargo, muchas veces por desconocimiento y soberbia o por acotarse al discurso partidario también se cae en la producción de monstruos. De esta manera, mi fin en esta reflexión, es presentarles el monstruo ideológico de la identidad nacional y la ética de la historia como su remedio. Con el objetivo de evitar el convertirse en sujeto de defensa del primero y se le apoye el desarrollo del segundo.


En resumen simplista [Para enterarse en profundidad léase a O ‘Gorman y a Guy Rozat], se parte desde la crítica historiográfica que ha exhibido que la historia prehispánica o mesoamericana no existe; pues las fuentes de esta se encuentran infestadas del llamado imaginario occidental y la supuesta recuperación hecha en el siglo XX de esta, más bien fue la recuperación del prejuicio y el refuerzo a la idea del indígena en el mundo tal y cual ya se le conocía: denigrante. De la otra cara de la moneda, tenemos a los hispanistas que, del mismo modo, utilizan el mismo imaginario para defenderse o sentirse orgullosos de sus posturas, las cuales no salen de una continua auto-felación.


La última viene acompañada de la moderna xenofobia, racismo y colonialismo, la primera también, pero ahora dicho por el ‘indio real’, en ambas, la invención de su figura responde al prejuicio occidental. Entonces ¿cómo cambiar esto? Históricamente es casi imposible porque la destrucción cultural del mundo anterior a la llegada de los europeos fue casi absoluta y se sigue llevando a cabo su disolución. Admitámoslo, somos occidentales, y las comunidades indígenas que existen (y resisten) hoy ya no son lo que hemos nombrado mesoamericano. Tendremos elementos de aquel mundo, pero la representación que tenían de aquel en dicha época se ha ido; o dicho de otra forma no hay mestizaje o preservación donde hubo muerte.


Pero esto no quiere decir que nos arrojemos a adoptar la doxa occidental y con ello forjar una identidad ¡para nada!  De la nueva posición surge la postura crítica, de la cual, se suprime cualquier intento de identidad. Puesto que no encontraremos tal cosa en los sucesos históricos, estos intentos siempre provienen de una invención que adultera la historia para obtener “política como razón y ciencia como postura”. Si de verdad nos queremos aventurar a la construcción de esta, lo más sincero es mostrar, como ya lo he dicho ¿Cómo se quiere que se reconozca el mexicano y por qué? ¿Cuál es la idiosincrasia de la nación mexicana y por qué debe ser esa? Y no remitirse a orígenes que más que aclarar, nos enajenan, como se ha hecho mayoritariamente hasta nuestros días. Empero, se comprende por qué se hace, pues lo revisten de hechos que consideramos verdaderos, les dan forman y responden las preguntas dichas con “fundamentos”, así no suena tan fraudulento y manipulador por más que sean conscientes y tenga fe en ello.


Entonces, ¿Por qué se combate cuando hablamos de la estatua de Colón, del perdón del Rey y del quinto centenario si no se hace apelando a la identidad? Pues, a pesar de la dificultad teórica, podemos guiarnos por la intuición y decir que existe una función ética en la historia, que trata de superar las barreras de lo emotivo (aunque no sea posible). La cual se dedica a la recuperación de la dignidad de las personas olvidadas por la construcción histórica hecha por los discursos triunfantes. Entonces si se pide la caída de Colón, el perdón del Rey y el ‘nada que celebrar carnal’ es por el rechazo en los momentos de la historia de la humanidad donde no hubo “un reconocimiento por el otro, del rechazo de su condición humana”.


No se tratar de permear la historia con nuestros valores, sino de identificar aquellos acontecimientos que traen consigo actos donde hay exterminio y negación del otro para reivindicar la dignidad de los agraviados y hacer memoria con el fin de no repetir aunque nos parece lejano; pero despersonalizar al otro es muy sencillo y se da en nuestros días. Por ello, más allá de toda ideología nacional, aquellos que glorifican y toman como parte de su identidad ideas que implican una forma de ver al mundo que atenta sobre otros seres humanos y como excusa usan la historia vista desde el prejuicio del imaginario a modo de petición de principio. Esto es lo que se juzga cada vez que viene de regreso la polémica, es aquello a lo que no se le debe dar cabida.


Contacto: leonardobl12@gmail.com

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