El cristianismo en México y el mundo - Las Fiesta de Amapolas en México por Gabriel Tenorio y Ricardo Argonsa

 

Gabriel Tenorio y Ricardo Argonsa (ENAH)


La amapola, ese hermoso requiebro de color carmín que asemeja a la sangre, redondeada en sus pétalos, con un centro de color obscuro, bella flor silvestre de una elegancia tal, que dignifico las fiestas cristianas de primavera...


En los años que corren pocos de los habitantes de esta populosa Ciudad de México tienes luces o conocimiento de la existencia de las fiestas <<de Amapolas>> que se celebran religiosamente los días lunes, martes y jueves de la semana de Pascua, la cual inicia cuando termina la Semana Santa. Estas fiestas contienen un sentido festivo, de alegría y de jolgorio por la resurrección de Jesucristo; del mismo modo, el que estos días sean llamados <<de Amapolas>> es gracias a que coincide con el florecimiento de estos bellísimos requiebros color carmín y que eran utilizados para adornar las portadas florales de los templos y capillas (posas efímeras).


      En el barrio de san Cristóbal Xallan en Xochimilco se efectuaba la celebración el Lunes de Pascua o Lunes de Amapolas, cuya capilla del barrio era adornada con la flor antes mencionada, así como un rito litúrgico propio del día. En la Alcaldía de Iztacalco la celebración es el día Martes de Pascua o de Amapolas en donde los barrios, mayordomías y cofradías se reúnen en el templo principal de san Matías, para realizan las famosas capillas: hermosas estancias llenas de flores y velas, cuya peculiaridad es que en el altar efímero se coloca la imagen tutelar de su barrio, mayordomía o cofradía; del mismo modo, se pueden apreciar las portadas ya sean florales, de semillas o de objetos de barro; este día, martes, se saca en procesión al Santísimo (custodia con la hostia consagrada), y se arrojan pétalos de rosa -antes de amapolas- desde lo alto del templo al paso del cortejo religioso, mientras las campanas dan sus alegres clamores, se les suman los petardos o cohetes que al estallar cimbran el suelo como si del palpitar de un corazón se tratase. Allá por San Ángel, en el templo del Carmen los vecinos junto con los padres carmelitas llevan a término la fiesta más o menos del siguiente modo: después de la misa de 12 en donde pajaritos en jaulas adornadas cantan simulando un jardín durante la aurora, el Jueves de Pascua o de Amapolas, idem que en Iztacalco, sale un cortejo religioso con la custodia y la hostia consagrada, al momento en que este cortejo pasa justo por debajo del cimborrio o cúpula principal, se dejan caer los delicados pétalos de rosa, buganvilia, jacaranda, o recortes de papel crepe color carmín, todo esto sustituyendo a la amapola ahora prohibida, las pozas de piedra que existen en el atrio del templo son engalanadas con flores y telas, candiles y velas, mientras los asistentes arrojan pétalos de rosa al paso de la procesión.

 

      La amapola no solamente llegó a poseer un sentido festivo, sino que también llegó a compartir los símbolos cuaresmales de la penitencia, ayuno y memoria de la sangre de Cristo, ello se ve reflejado en el uso que se hacía en el letargoso siglo XIX para adornar los Incendios de Dolores o como se conoce actualmente Altares de Dolores que se montaban exprofeso a la advocación mariana de la Dolorosa. Esta flor era; entre muchas otras, las que son descritas en el Paseo de las Flores, por las plumas más notables de la época: Guillermo Prieto, Antonio García Cubas, Madame Calderón de la Barca, Manuel Payno, José Tomás Cuéllar, Luis Gónzales Obregón que retoma a Guillermo Prieto y sus crónicas de Fidel.


      La amapola, ese hermoso requiebro de color carmín que asemeja a la sangre, redondeada en sus pétalos, con un centro de color obscuro, bella flor silvestre de una elegancia tal, que dignifico las fiestas cristianas de primavera; la cual, en el ocaso de su existencia, en el momento de sus postrimerías deja un legado: dejar más vida semejante a la suya en pequeñas semillas, más verdor, más flor, para otros el legado es la substancia que altera la homeostasis del cuerpo, ¡Qué bella flor, que hermoso color!, que nos da tan variados significados en torno a lo cristiano, en torno a la religiosidad popular, en torno a la sangre, en torno a la alegría. Ahora la amapola pasa felizmente en las páginas de aquellas plumas que dotaron de descripciones tan bellas el largo siglo XIX, pasa tan quieta en la memoria de los mayores, que celosos de sus vivencias de aquellos días, custodian como si de un tabernáculo se tratase, ¡oh amapola!, que ahora te has vuelto buganvilias, flor de jacaranda, papel crepe o los coloridos y delicados pétalos de una rosa.


Preparación de la capilla Posa, foto del Museo del Carmen 2015


Caída de pétalos de la cúpula de San Ángel, foto museo del Carmen, 2023


Procesión con el Santísimo Jueves de Amapolas, foto de Gabriel Arturo Tenorio Ponce. 2024



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1 comentario

  1. Información muy valiosa que nos lleva a conocer nuestras tradiciones. Gran artículo, rico en contenido y de fácil lectura.

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