Anónimos novohispanos - El chocolate y su presencia en algunos casos de hechicería y brujería en la Nueva España. Amar, amansar y enfermar por Andrea Guadalupe Pérez Juárez

Andrea Guadalupe Pérez Juárez (UNAM)
andypiperalyssa@gmail.com


Una denuncia presentada ante el Santo Oficio en 1705, por una esclava mulata, quien testificó que su ama, la también mulata Francisca de Agreda y su hija Juana, practicaban la hechicería amorosa para atraer al amante de Francisca.


El cacao ha tenido una presencia importante en América. No se sabe con exactitud cuando fue domesticado, pero su proceso inició en la zona sur del área conocida como Mesoamérica: comprendiendo los actuales Estados de Michoacán, Veracruz, Estado de México, Morelos, Guerrero, Puebla, Oaxaca, Tabasco, Campeche, Yucatán, Chiapas, Quintana Roo, los territorios de Guatemala, Belice y Salvador. En Honduras, Nicaragua y Costa Rica durante los siglos II y III de nuestra era, los mayas lo habían descubierto, a través del comercio con áreas de América Central y siendo los primeros en preparar una bebida a partir de los granos. En el siglo V d.C. se conocían ya sus principales aplicaciones, los gobernantes lo consumían continuamente y se cultivaba de manera regular.


Los mayas lo difundieron por el resto de Mesoamérica, otorgándole un valor monetario, para utilizarlo en el comercio. Los mexicas conocieron su valor y usos en el siglo XV, cuando establecieron lazos comerciales con las áreas costeras, pronto los tlatoanis buscaron dominar zonas donde se producía, mediante la conquista: parte de las costas veracruzanas y el Soconusco para extender las plantaciones a lugares más cercanos al Altiplano Central, logrando aclimatarlo a Morelos y Guerrero.


Para el momento de la Conquista, el cacao era el cultivo comercial más importante de Mesoamérica, para obtener dos cosechas principales y dos intermedias al año, se crearon las condiciones para la existencia de grandes plantaciones, donde los árboles cacaoteros se desarrollaban alimentados por sistemas de riego, cuidados por agricultores especializados y trabajadores matlazincas y aztecas. Se evitaba que la población local, participara en el cultivo por temor a que intentaran robar la semilla.


El producto llegaba a Tenochtitlan a través de los pochtecas, quienes se encargaban de trasportar las semillas en la espalda. Concentrándose el comercio en Tlatelolco y enviándose a las zonas controladas por los mexicas y mayas, se comerciaba también con utensilios usados para preparar y degustar de las bebidas a base de cacao como jícaras y palos para removerlas. Otra importante forma de distribución era el tributo de los pueblos sojuzgados a los mexicas, se les solicitaba entregar cestos llenos de semillas enteras o molidas.


Se usó en la preparación de bebidas hechas a base de cacao molido, maíz y agua, el sabor era regularmente amargo, por lo que se añadieron otros ingredientes: hierbas, flores, semillas, miel y vainilla que se usaban para endulzar y aromatizar; colorantes como el axiote que les daba un color rojizo, en ocasiones chile y granos del árbol del póchotl, se consumían frías y era poco frecuente que se bebieran calientes.

 

Estas bebidas fueron consumidas por los gobernantes, sacerdotes y guerreros; por su alto contenido calórico, se consideraba fortificante y reconstituyente de las energías. Eran bebidas sociales que se consumían en compañía de otras personas y en ocasiones especiales, el resto de la población no las bebía pese a que se vendieran en los mercados, pues el cacao se consideraba un alimento valioso. Se usaron también en ceremonias dedicadas a los Dioses, como ofrenda en entierros, ceremonias de ascenso al poder de los nuevos gobernantes, uniones matrimoniales, el triunfo de una guerra y la conquista de nuevos territorios.


El cacao se usó además en la medicina, se recomendaba para las personas tísicas o exhaustas, contra problemas del hígado, enfermedades gastrointestinales y fiebres, mezclándose con flores, chiles, semillas de hule y otras plantas.


Cuando los españoles llegaron al continente, se percataron del consumo frecuente del cacao y de su valor económico. Consciente de su importancia, Hernán Cortés intentó controlar alguna de las zonas que lo producían. El resto de los conquistadores, tuvieron noticia de las llamadas casas de cacao donde Moctezuma almacenaba los granos, terminaron por saquearlas extrayendo alrededor de 600 toneladas. Posteriormente controlaron el producto gracias a que el tributo pasó a sus manos.


Con el tiempo, los españoles consumieron el cacao en diversas bebidas, al principio preparadas y degustadas como lo hacían los naturales; después experimentaron integrando otros ingredientes: azúcar, canela, leche, vainilla, flores, avellanas, anís, ajonjolí etc., transformándolas en bebidas dulces, con un mayor aporte calórico y preparadas con leche o agua caliente. Una de ellas fue el chocóllat, cuyo nombre, derivaría tiempo después en chocolate. Fue descrita a finales del siglo XVI, por el médico Francisco Hernández, en su obra: Historia natural de la Nueva España, elaborada por órdenes de Felipe II, cuyo encargo fue recoger información sobre las Indias, formándose así un comprendió de "información botánica y zoológica con perspectiva médica y farmacológica".


Sirvió para la fabricación de pastillas que eran vendidas, por las principales calles y plazas de las ciudades, su consumo se incrementó considerablemente, llegando a ser uno de los productos con mayor demanda en la Nueva España.


Cuando el consumo se expandió entre la sociedad novohispana, existió una polémica sobre los efectos que podía en el ánimo y conductas de quienes lo bebían, así algunos médicos realizaron análisis sobre una parte poblacional, para saber si podía incitar o no a comportamientos poco adecuados (sexuales) y romper las normas de vida novohispanas. Uno de esos médicos fue Antonio de León Pinelo, que en su libro Vestion Moral: Si el chocolate quebranta el ayuno eclesiástico, escrito durante 1636, concluyó que debido a los productos que se usaban para su preparación, podía considerarse un alimento que, sí rompía el ayuno. Debía consumirse en pequeñas cantidades para ayudar a sobrellevar la debilidad que en algunos causaba el ayunar y evitar ingerirlo en grandes cantidades.


El chocolate fue usado en la preparación de pócimas y bebedizos que se emplearon en encantamientos y conjuros, usados en la magia amorosa, destinada a causar algún mal o para amansar a las personas… Los conocimientos detrás de este tipo de prácticas pasaron de generación en generación. Las madres enseñaban a sus hijas cómo usarlo, para atraer a los hombres amorosa y sexualmente, preservar a sus maridos, amantes, buscar venganza por alguna ofensa que hubieran realizado contra ellas o amansar a las personas con conductas agresivas y a las que se deseaba dominar.


El chocolate se mezclaba con otros ingredientes: plantas, hierbas, pétalos de flores molidas, polvos formados con ingredientes desconocidos o pedazos de animales molidos, cabello, saliva, sangre menstrual, vello púbico, uñas, excremento de animales, semen de perro, sesos de burro, huesos de difunto, etc. Podía darse en tabletas que se disolvían en agua o en panecitos.


Las formas de prepararlo eran diversas: se hervían las plantas y hierbas para mezclarse con el cacao; se preparaba con las flores, polvos, sangre, saliva; se quemaba los ingredientes hasta hacerlos cenizas y se disolvían, se usaba agua con la que previamente se bañaban o se lavaban axilas y partes íntimas. Fue común que las mujeres, principalmente mulatas, negras e indias, se valieran de estos medios para controlar a los hombres, para asegurarse estabilidad social y económica. Las españolas recurrían a estos conjuros, valiéndose de vecinas y amigas para que les recomendaran brujas o hechiceras a quienes pudieran encargar los trabajos.


Este fue el caso de una denuncia presentada ante el Santo Oficio en 1705, por una esclava mulata, quien testificó que su ama, la también mulata Francisca de Agreda y su hija Juana, practicaban la hechicería amorosa para atraer al amante de Francisca. Para lograrlo se valían de pócimas preparadas a base de chocolate, añadiendo vello púbico, canas, uñas y saliva de Agreda junto con el pelo de su hija, era dada a beber al amante, pues se pensaba que la mezcla de las partes del cuerpo de ambas ayudaría a potenciar el efecto de la pócima. El amante era párroco de un pueblo, habitado en su mayoría por indios llamado Santa María.

 

 Otro caso que da cuenta de la relación que entre chocolate y hechicería o brujería, lo demuestra la denuncia hecha en la Ciudad de Santiago (Guatemala) por el mulato Juan de Fuentes (albañil de profesión), en la cual acusaba a Cecilia su mujer, por "hechicera bruja", por usar encantamientos y maleficios para que no pudiera ser hombre, cada vez que quisiera tener contacto carnal con ella; la prueba era que no podía controlar sus impulsos de preparar chocolate mientras Cecilia seguía dormida, lo que era contra natura.

 

 

El resumen del Santo Oficio sobre la declaración, es que Cecilia trataba a Juan como su criado, en tanto este se levantaba temprano a prender el fuego para calentar el agua y batir el chocolate, después esperar hasta que su mujer se levantara, aunque fuese tarde para llevarle chocolate después de que se vistiera y aguardar para beberlo juntos. La acusación de Próspero y Cecilia fue llevada ante el Tribunal central en la Ciudad de México, llevando consigo ropa de vestir, ropa de cama y cuatro maquetas de chocolate y una jícara para beberlo.


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